Abandono e invasiones a las áreas naturales protegidas

ANTROPOCENO

BERNARDO BOLAÑOS
BERNARDO BOLAÑOS
Por:
  • Bernardo Bolaños

La Dra. Julia Carabias denuncia que, mientras México ha estado confinado contra la pandemia, parecen avanzar las invasiones a la Reserva de la Biósfera de Montes Azules, del lado del territorio lacandón. Precisamente el pueblo que tiene una mayor cosmovisión de protección. A través de satélite, se detectan las incursiones. Y en las negociaciones políticas, dice, se habría quedado fuera precisamente la etnia lacandona.

En el mundo entero, los ejemplos exitosos de explotación de recursos de uso común, como bosques, incluyen siempre límites al número de personas que pueden apropiarlos. Pueden variar las maneras de establecer esos límites; por ejemplo, mediante normas sociales y culturales, pastores montañeses fomentan matrimonios tardíos para reducir el tamaño de las familias. O se ponen reglas jurídicas de propiedad entre comuneros que fijan parcelas indivisibles por familia, no por individuo (Platón ya lo recomendaba). Pero siempre hay límites o de lo contrario se agotan los recursos naturales y los ecosistemas.

Los lacandones se quejan de que, con rotación de cultivos, sin vacas y con menos hijos por familia que otros pueblos indígenas, han ido perdiendo peso en las negociaciones con la Procuraduría Agraria y la Semarnat. Se les discrimina por sus familias pequeñas cuando se pretende tomar decisiones por mayoría de ocupantes, regulares e irregulares.

Otras etnias también quieren la conservación de la selva, pero mientras la autoridad no se atreva a enunciar claramente los derechos y los límites de los recursos, y los proteja de verdad, practicará demagogia electorera, pintada de ambientalismo.

El titular de Semarnat, Víctor Toledo, promueve con egocentrismo una reforma a la ley que establezca “Reservas bioculturales”, concepto que había trabajado desde su cubículo universitario. La idea es que comunidades prósperas y bosques fuertes van de la mano, pero parece haber excepciones cuando se trata del territorio lacandón. Además, ya existe en el actual marco jurídico la posibilidad de armonizar la conservación del hábitat con los derechos de las personas que habitan en áreas naturales protegidas.

Por si fuera poco, desgraciadamente, la pandemia vino a poner en las garras del hambre a muchas comunidades indígenas. Con la desaparición del programa Oportunidades, existen familias que no entran en el nuevo esquema de ayudas y están desesperadas, lo mismo en las cañadas de Chiapas que en La Montaña de Guerrero. Y el Gobierno podría caer en la tentación de “ayudarlas” a costa de las áreas naturales protegidas, es decir, del futuro. El testimonio de Julia Carabias nos obliga a poner atención en esas presuntas invasiones e indagar si podrían estar siendo toleradas desde la autoridad. No es gratuito que el secretario Toledo recientemente haya lanzado graves acusaciones contra los ambientalistas que critican al Gobierno por desatender sus compromisos internacionales y legales. Toledo contraatacó señalándolos por “estar ligados a los negocios verdes”. Propagar teorías del complot y tratar de destruir reputaciones es un salida fácil. No nos distraigamos del fondo.