Atentado en Moscú

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

E l escritor Salman Rushdie es acuchillado en Nueva York y la joven Daria Dúgina muere dentro de un coche bomba en Moscú. Las “guerras de civilizaciones” matan especialmente a los trabajadores de la cultura. Daria estudió filosofía en Rusia y Francia, era hija de Aleksandr Dugin, el principal teórico del imperialismo eurasiático. Apoyaba fervientemente la invasión a Ucrania.

“Tanto el padre como la hija son los principales defensores de una teoría política que es antiliberal, anticomunista, antifascista, antiglobalista, antiatlantista, antiprogresista, proeurasiática, promultipolar, protradicionalista, prorrusa”, escribió Michael Millerman, especialista de la Universidad de Toronto y traductor de Dugin al inglés. Pero otros, como el profesor Timothy Snyder, de la Universidad de Yale, acusan a Aleksandr Dugin de nunca haber escondido su admiración por el fascismo.

El propio Dugin usa el adjetivo “fascista” pero contra el gobierno de Kyiv. “Como todos saben –publicó en Facebook–, como resultado de un ataque terrorista llevado a cabo por el régimen nazi ucraniano, el 20 de agosto, al regresar del festival ‘Tradición’ de Moscú, frente a mis ojos, mi hija Daria Dúgina fue brutalmente asesinada con una explosión.” No está demostrado que el atentado haya sido organizado por los ucranianos y el disidente ruso Ilia Ponomarev asegura que fue ejecutado por un Ejército Nacional Republicano de Rusia. Es decir, por un grupo armado opositor a Putin.

La reacción desgarrada de Dugin en Facebook, sigue así: “Era una hermosa chica ortodoxa, patriota, soldado, experta en canales centrales, filósofa. Sus discursos e informes siempre fueron profundos e innovadores. Ella nunca pidió violencia y guerra. Ella era una estrella en ascenso al principio de su viaje. [...] Mi hija puso su vida de soltera en el altar. ¡Así que ganemos, por favor! Quisimos criarla para que fuera inteligente y una heroína. Que inspire a los hijos de nuestra patria a la hazaña. Adiós a Daria Dúgina (Platonova)”.

En su autobiografía, el músico Igor Stravinsky cuenta cómo decidió componer La consagración de la primavera. En 1910, “cuando estaba terminando las últimas páginas de El pájaro de fuego en San Petersburgo –dice–, tuve una visión fugaz... vi en mi imaginación un solemne rito pagano: sabios ancianos, sentados en círculo, observando a una joven danzar hasta morir. La estaban sacrificando para invocar al dios de la primavera”.

El pleito de Dugin contra Occidente tiene que ver, en parte, con la religión. Se ha descrito su pensamiento como cercano al cristianismo raskólniki, es decir, la vieja liturgia que era un sincretismo con antiguos ritos paganos. Cuando el filósofo menciona que su hija era ortodoxa, criada como heroína y soltera que puso su vida en el altar, no puedo dejar de pensar en el misticismo eslavo que inspiró a Stravinsky. En todo caso, aunque parezca una paradoja, intento ser comprensivo ante el dolor de una persona cuyos valores abiertamente rechazo: imperialismo, tradicionalismo violento, supersticiones milenaristas.

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