Bernardo Bolaños

Bolsonaro, Putin, Meloni. ¿Y en México?

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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T anto Jair Bolsonaro como Vladimir Putin y Giorgia Meloni cuestionan los derechos de la comunidad LGBT y de los migrantes. Casi la mitad de Brasil votó por Bolsonaro en la primera vuelta el domingo pasado. Uno de cada seis europeos sufragó por la extrema derecha en las últimas elecciones de su país (y, en Italia, ésta llegó al poder). Millones de cristianos ortodoxos, musulmanes y evangélicos, de Rusia, Arabia Saudita o Estados Unidos, defienden solamente concepciones tradicionales de la familia y del matrimonio y, por ello, apoyan a líderes conservadores y “fuertes”.

Es la nueva escisión política mundial, ya no entre comunismo y capitalismo. Por un lado, nacionalistas xenófobos que claman “Dios, familia y mano dura”; por otro, progresistas que sostienen que respetar a las minorías es bueno para todos, pues crea sociedades pacíficas y prósperas.

Durante un largo discurso en el que celebró la anexión de algunas provincias de Ucrania, el viernes 30 de septiembre, Vladimir Putin aprovechó para denunciar un supuesto “satanismo” en Estados Unidos, una “religión al revés”. Preguntó a los rusos: “¿Realmente queremos que se impongan perversiones, que conducen a la degradación y la extinción, dirigidas a los niños de nuestras escuelas desde los primeros años, para inculcarles que hay supuestamente algunos géneros además de mujeres y hombres, y donde se les ofrece someterse a operaciones de cambio de sexo?”. Putin engaña, pues las leyes acerca de infancias trans no suelen admitir cirugías o tratamiento hormonal a menores de edad, y no todos los países occidentales las han aprobado.

En Estados Unidos, Trump llegó a decir que él defendía el “matrimonio tradicional”, pero que reconocía que la unión entre personas del mismo sexo era un asunto ya zanjado. Es poco creíble, luego de ver que la Suprema Corte del país vecino revirtió la despenalización obligatoria del aborto, “zanjada” desde los setenta.

Pero, ¿y en México? ¿Nos salvamos de esa polaridad progresista / ultraderechista? Si bien AMLO llegó al poder con el apoyo de grupos evangélicos, en sus mañaneras fustiga al “pensamiento conservador”. Los gobiernos de Morena en los estados han votado leyes protectoras de derechos reproductivos de las mujeres. Aparentemente estaríamos lejos de Brasil e Italia. Pero ningún otro gobierno del mundo ha espiado tanto a sus periodistas como el de México a través del malware Pegasus; justo después están gobiernos autoritarios como Arabia Saudita y Hungría. Las autoridades han arropado una narcocultura machista y violenta, beneficiándola con conciertos gratuitos y TV pública, mientras abandonan a artistas progresistas. Si se profundiza la militarización, ante una crisis económica duradera podría surgir la opción autoritaria y una parte de la oposición se uniría a ella (pues contamos con bastantes políticos ultraderechistas). Una alianza de conservadores y autoritarios, amparados en fiscalías autónomas y Fuerzas Armadas sería el modo en el que la ola de extrema derecha llegaría a México. Rechacemos cualquier signo de ello.