El director del Colegio de la Frontera Norte, Víctor Esparza, dice que la ruidosa renuncia del profesor Alejandro Madrazo al CIDE es porque “se les acabaron los privilegios”.
AMLO gusta citar el caso de los viáticos para frívolos viajes al extranjero, por ejemplo, para hablar 15 minutos en un congreso. Otros aluden a los seminarios académicos que eran acompañados con uvas y queso (algo que no me parece excesivo cuando es para agradecer a un conferencista externo que no cobra).
Vale la pena abordar el tema de la iniciativa de Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación que se discutirá en el Congreso. Su artículo 12 señala que el sucesor del Conacyt diseñará indicadores preferentemente cualitativos de evaluación de resultados de la política pública. ¿Por qué la opción por los cualitativos? Esa restricción recuerda a los equipos chicos de futbol que no pueden pagar a un analista de información cuantitativa. Manchester United, Real Madrid y todos los equipos que aspiran a llegar a la Premier League destinan un 0.5% de su presupuesto a tener estadísticas de tiros a gol, kilómetros recorridos por jugador y muchos otros indicadores cuantitativos. Ese dinero lo recuperan con derechos de transmisión televisiva cada temporada. Pero, para los equipos chicos, tal porcentaje es prohibitivo. “Si estás en una liga donde los salarios de los jugadores son 30 mil dólares al año, más o menos, ¿por qué sacrificarías a dos jugadores para contratar a un analista?”, dice Luke Bornn, citado en un reciente libro sobre la revolución de análisis cuantitativo en el futbol, del periodista Ryan O’Hanlon. En el caso de equipos modestos, directivos y entrenador tienen que practicar futbol sólo como arte o “cualitativamente”.
Pero México es el equivalente de un equipo de futbol importante. Somos un país enorme, integrado económicamente en Norteamérica y de mediano ingreso. El Inegi, las universidades y los centros de investigación como el CIDE y el Cinvestav son el equivalente del analista de datos. Nos deben ofrecer indicadores cualitativos y cuantitativos, así como interpretaciones de esos datos para ver cómo vamos.
Así como respetar el derecho humano de los pobres de Ciudad de México supone darles un Metro digno, el derecho humano a la ciencia supone que no estemos sólo en manos de entrenadores intuitivos. Gobernar no es meramente un arte. La etimología de “estadística” es, precisamente, el alemán staat. Ciencia del Estado. Desde hace ya más de dos siglos.
Puede parecer paradójico que yo, que trabajo en un departamento de humanidades, defienda aquí la investigación cuantitativa. Pero es que me consta cómo, al estudiar la migración climática desde Centro América, mis colegas economistas y demógrafos latinoamericanos son tratados con rudeza por académicos del norte global. Les rechazan investigaciones porque nuestros big data no son suficientemente big. Esperaríamos que, en vez de sumarse a esas actitudes que no comprenden el contexto de la investigación sobre países pobres, se les apoyara. ¡No que se les discrimine en la mismísima ley!