En la semana hemos visto pasar columnas periodísticas críticas sobre la compra de plantas de electricidad a Iberdrola. Omiten un hecho: la operación puso a circular capital fresco para contribuir a financiar la transición energética mundial, además de consolidar al Estado mexicano como agente preponderante en el mercado local. Las partes no hubieran conseguido esos propósitos sin el acuerdo.
6 mil millones de dólares se irán a energías renovables, contribuyendo a mitigar el cambio climático que afecta tanto a México y Centroamérica. Cierto, esa inversión ocurrirá fuera de nuestras fronteras, gracias a la capitalización de Iberdrola con dinero de nuestros bolsillos. Pero la atmósfera del planeta es una sola y el hecho de que la empresa española invierta ese capital, contribuirá a reducir el calentamiento global, lo que nos ofrece un futuro mejor a todos. Y más a los países tropicales.
En promedio, cada ciudadano estadounidense produce en una semana la misma cantidad de bióxido de carbono que, en todo un año, un individuo de un país pobre. Reducir la huella de carbono de esos gringuitos debe ser una de las prioridades de Iberdrola, no sólo gracias al dinero obtenido en México sino por los estímulos del gobierno de Biden en su ambiciosa ley IRA del 2022. Trabajo en equipo.
Ahora bien, acelerar la transición energética en México nos hubiera traído más beneficios: aire de mejor calidad que respirar e inversión extranjera responsable (nearshoring limpio). Pero la democracia es lo que es y en México gobierna un jefe de Estado que sufrió un infarto cuando se discutía la reforma eléctrica de Peña Nieto. Así de sensible es AMLO al asunto.
La guerra en Ucrania reafirmó la convicción de los líderes soberanistas (de AMLO a Erdogan, pasando por Modi) de que las empresas privadas de Occidente jalan con sus gobiernos cuando existen tensiones geopolíticas. E Iberdrola es española.
Pero los críticos escriben como si las ideas soberanistas fueran folklore local. Las agencias de seguridad de Estados Unidos difieren. Cito el informe del National Intelligence Council sobre cambio climático y seguridad nacional de 2021, encargado por Biden: “Los países están discutiendo sobre quién debería actuar antes y compiten para controlar la creciente transición hacia la energía limpia”. El informe señala que, mientras el uso de carbón y petróleo debe disminuir inmediatamente, el de gas natural (que usan las plantas compradas a Iberdrola) alcanzará su punto máximo en esta década.
Queremos que vuelvan las subastas de energía a México. Queremos eólicas y solares, no carbón, ni petróleo, ni siquiera gas natural. Pero tendremos que esperar a que un nuevo gobierno invierta en las redes de transmisión y distribución que permitan explotar todo el potencial de las fuentes de energía intermitentes.
Los ambientalistas no podemos negar la realidad política ni la política partidista. Pero lo que nos importa es algo superior: dejarle un mundo habitable a las generaciones futuras. Las nuevas inversiones en energías renovables que hará Iberdrola, gracias al acuerdo con México, son algo en vez de nada.