La democracia según Claudia Sheinbaum

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Durante el 3er debate, Claudia Sheinbaum rechazó la idea de un gobierno de coalición y lo comparó con el Pacto por México, el acuerdo que permitió aprobar las reformas educativa, fiscal y energética entre 2012 y 2014.

Claudia retomó el argumento de AMLO de que la verdadera separación de poderes es respecto del poder económico y sugirió que su gobierno estaría limitado por el Pueblo mediante la revocación de mandato. Esas ideas constituyen su crítica a los gobiernos divididos o de coalición, al tiempo que son la defensa del tipo de gobierno que algunos politólogos en el mundo llaman “populista”.

La primera objeción, brillante, vino de Jorge Álvarez Máynez. El candidato de Movimiento Ciudadano denunció que la democracia de la mayoría defendida por Sheinbaum proviene en realidad de la construcción de una sobrerrepresentación artificial con partidos satélite (particularmente el Partido Verde).

Luego politólogas como Denise Dresser han alertado sobre un “autoritarismo competitivo” que defendería Claudia, mientras intelectuales como Sabina Berman lo niegan y comparan a los gobiernos divididos con una bicicleta sin dos ruedas.

¿Qué decir? No olvidamos que, sin la intervención del Poder Judicial, el Plan B de AMLO (mitad política de austeridad, mitad revancha) hubiera causado el despido de cientos de funcionarios del INE, con un riesgo real de afectar las elecciones. Pero en el caso del Poder Judicial, aunque Morena no obtuviese una mayoría calificada en el Congreso, la eventual presidenta Sheinbaum ni siquiera tendría que buscar la reforma de la Corte para limitar su peso, le bastaría con designar a un ministro incondicional. Con eso lograría tener los votos suficientes para impedir, en el pleno del máximo tribunal, que cualquier ley aprobada, incluso sin respetar los procedimientos legislativos, fuese revisada.

Así, es indudable que, si gana Claudia, estaremos a las puertas de un gobierno fuerte, sea que se le llame “populista”, “autoritario competitivo” o “bicicleta completa”. Incluso una mayoría legislativa simple de Morena y aliados bastará.

Es normal que Sheinbaum sea crítica de los gobiernos de coalición, dado que Morena nació del contraste con el Pacto por México. Pero ¿esa crítica debe extenderse más allá de los gobiernos divididos, bicicletas incompletas, contra la democracia liberal en general? La mejor ciencia política contemporánea, basada en evidencia estadística monstruosa, prueba que la democracia liberal (liberal, insisto) ha sido el único modelo que ha logrado disminuir la desigualdad, al mismo tiempo que construir un verdadero Estado de bienestar. Cf. Cagé y Piketty, Une historie du conflict politique, 2023. La URSS jamás alcanzó los estándares de riqueza promedio de Europa occidental. Pero Claudia Sheinbaum está formada, gracias a su historia personal, en una izquierda crítica de la democracia liberal.

Sería una contradicción que la científica Dra. Sheinbaum ignore la evidencia: es mejor una oposición auténtica que un partido satélite y los ministros de la Corte nunca deben ser meros incondicionales. Tampoco los electores debemos ignorarlo.

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