Guerras del agua en México

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

La oposición eligió atacar usando el tema de las pipas. Xóchitl Gálvez retó a Claudia Sheinbaum a beber agua de la que se reparte en la capital cada vez más frecuentemente.

El candidato local de Movimiento Ciudadano, Salomón Chertorivski, también se subió a ese tren, cuestionando la trazabilidad de la calidad del agua de los camiones cisterna y acusando a Clara Brugada de “representar” a la “mafia de las pipas”.

Pero, aunque esas acusaciones resulten ser efectivas electoralmente (lo veremos), hay otro problema de fondo: la capital no puede volver a chuparse lagos y manantiales para que algunos de sus habitantes jueguen golf, manden lavar sus coches con manguera o se duchen dos veces al día (una al ir a trabajar en la mañana y otra al salir del gimnasio en la tarde). Y, sin embargo, José Luis Luege Tamargo, el gurú del tema en el PAN, cree que sí son necesarias fuentes externas. ¡Dos fuentes externas adicionales para surtir de agua a la zona metropolitana! No sólo él. La apuesta panista por grandes obras de infraestructura hidrológica que destruyen ecosistemas y dañan a comunidades indígenas no es sólo panista. AMLO ha mencionado varias veces la idea de traer a la capital más agua de otros estados. Y, de acuerdo con Elena Burns: “Le presionan para que ‘él decida’, si se traerá el agua de Puebla, Hidalgo, Morelos, Veracruz o Temascaltepec”.

Cuando Burns salió de Conagua, el investigador en derecho ambiental Antonio Azuela escribió: “Lo ocurrido en Conagua no es sólo un golpe vergonzoso contra ‘Agua para Todxs Mx’, una de las organizaciones sociales más valiosas de México; es también una muestra de la caótica relación que existe entre el jefe del Estado y la administración pública”. Es decir, una complicada relación entre el Presidente y algunos funcionarios de izquierda de trayectoria reconocida, como la propia Burns. Pero ya estamos en 2024. A pocos meses del fin del sexenio. Elegir, sin debate, en estos momentos un proyecto de infraestructura transexenal sería más irresponsable incluso que haber sometido megaproyectos a medio construir a consultas informales y con poca participación, o poner instalaciones petroquímicas, sin ductos, en un pantano.

Sea quien sea la nueva Presidenta de México, Sheinbaum o Gálvez, es a una de ellas y a los gobiernos locales a quienes les corresponde ponderar las medidas para atender el problema del agua en la Zona Metropolitana del Valle de México. La región recibe de la naturaleza abundantes precipitaciones pluviales entre mayo y octubre, por lo cual los expertos hablan de una “solución basada en la naturaleza”. Ello es lo opuesto a las pseudo soluciones basadas en el negocio de unos cuantos. Se trata de dejar de mezclar en el drenaje el agua de lluvia con las aguas negras, de defender los bosques con toda la fuerza del Estado y de la sociedad (castigando el comercio de madera ilegal) y de recuperar lagos. Seguimos siendo una ciudad lacustre pero vejada, sometida a la terapia forzada que le cambió la identidad.

Desde luego, en el ínterin tendremos que seguir enfrentando momentos de estrés hídrico. Pero lo peor es vivir en la mentira y continuar el despojo violento del agua, sin solucionar nada.

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