El subsecretario López-Gatell ha informado que, en sólo 14 municipios del país (de 2,458), ubicados mayoritariamente en Chiapas y Oaxaca, los concejos municipales han decidido que no se apliquen las vacunas contra Covid-19 por razones culturales o religiosas. No se trata de una noticia insólita. En muchos países, grupos étnicos víctimas en el pasado de abusos obstétricos y de experimentación sin su consentimiento, dudan más en aceptar las vacunas contra el SARS-CoV2.
Por ejemplo, los afroamericanos en Estados Unidos tienen menos disposición a recibir la vacuna porque, entre otras cosas, están conscientes de que alguna vez abusaron de ellos como conejillos de Indias. Entre 1932 y 1972, 600 hombres negros fueron usados para investigar un tratamiento contra la sífilis (los experimentos Tuskegee), diciéndoles que el estudio duraría 6 meses en vez de 40 años. Se dejó morir de sífilis o complicaciones de ésta a 128 pacientes que habían recibido un placebo. ¿Por qué no se incluyó a hombres blancos? ¿Por qué no se salvó con penicilina a los participantes al cabo de los 6 meses acordados? Por racismo.
Escándalos de esterilización forzada de mujeres indígenas son otra cicatriz en la memoria que podría estar en el fondo del rechazo excepcional a las vacunas. De modo que la negativa de una minoría de municipios a la vacuna anti Covid-19 tiene raíces y debe ser tratada con respeto. Además, no es lo mismo que haya comunidades expectantes, dejando pasar un tiempo antes de decidirse, a que exista un movimiento organizado para engañar y propagar pseudociencia. En este segundo caso, opino que sí debemos enfrentar la mala fe.
La nueva falacia de los antivacunas consiste en engañar con probabilidades. Hay un concepto en medicina llamado “Número necesario a tratar” (NNT). Supongamos que de un total de 100 personas que reciben la vacuna Posmoderna, no se enferman 94; mientras que de 100 individuos con placebo, no presentan signos clínicos 84. O sea que 10% se inmuniza por efecto del biológico. Por tanto, se necesita tratar a 10 personas para beneficiar a una. De este tipo de cálculos, frecuentes en medicina, los antivacunas se aprovechan y hacen videos que afirman que para inmunizar a los 8 mil millones de seres humanos que habitamos el planeta, se requeriría vacunar a 80 mil millones de personas, diez veces más (que ni siquiera existen).
Ese tipo de falacias no son resultado del trauma por una injusticia histórica, ni mera objeción de conciencia. Deben ser claramente refutadas. En este caso, el Dr. Luis Claudio Correia, en la revista The Lancet, explica que es irracional usar el NNT para evaluar la eficacia de las vacunas contra Covid-19, porque ese concepto no nombra una propiedad intrínseca de un tratamiento, sino de la población que la recibe. No es un concepto científico sino información circunstancial. E incluso los neófitos aprendimos que, al alcanzar 75% de personas con anticuerpos, se llega a la inmunidad de rebaño contra Covid-19, que es lo que importa.