La hospitalización de niños con Covid-19 aumenta. El Hospital Infantil de México ha reconvertido una sala para recibir a pacientes Covid. Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), el incremento porcentual, ocurrido a principios del 2022, en este grupo de edad es el mayor en lo que va de la pandemia. La preocupación es grande. Estudios muy recientes de los propios CDC apuntan a que los niños que se han recuperado de Covid-19 tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 1 o 2.
Deshonestos líderes antivacunas están culpando a los biológicos, pues según ellos la vacunación ejerció una presión selectiva sobre grupos no vacunados, como los menores. Lo que omiten decir estos charlatanes es que Ómicron emergió en el sur de África, donde las escasas vacunas no pudieron haber tenido ese efecto. Al contrario, expertos como el Dr. Rafael Bojalil, de la UAM, advierten que, en nombre de la protección de los menores, es que la vacunación y desarrollo de vacunas deben continuar.
Cantar victoria y asegurar que el Covid se convertirá en un padecimiento menor, es irresponsable. ¡Con la vida de los niños no se apuesta!
La opinión pública se ha dividido entre los que están a favor de la vacunación generalizada a los menores y los que están en contra. El Gobierno federal, para ahorrarse el gasto, se alía con la segunda posición. El hecho es que Ómicron ya está aquí antes de que millones de niños puedan recibir la vacuna, incluso si el Gobierno la quisiera. Por lo tanto, parte de la conversación pública debe ser en estos momentos, cómo los padres debemos enfrentar la enfermedad de nuestros hijos no vacunados. Es urgente y no se está haciendo. Excepto por anécdotas como la mención del secretario de Salud, inconcebible y escandalosa, de ponerles VapoRub (el pediatra Raúl Toledo Pérez ha tenido que salir a recordar la toxicidad del alcanfor que contiene esa pomada).
Varios amigos han publicado en redes sociales que sus pequeños se infectaron de Covid-19 y han tenido fiebre alta. Y no es que todo adulto, no médico, sepa resolver el dilema entre parar la calentura con medicamentos o dejarla pasar; dejar que los niños evacúen con diarrea o vómito o medicarlos. Los doctores no siempre están a la vuelta de la esquina y los neófitos debemos ser entrenados para la primera reacción. Las mamás contemporáneas son empleadas, profesionistas, gente ocupada en defender a codazos su sustento; ya no son siempre las amas de casa consagradas al cuidado de niños y abuelos, conservando en su memoria los remedios caseros. La sociedad no puede simplemente presuponer que las mujeres conocen la diferencia entre las enfermedades que se deben atender con VapoRub (si existe alguna), y los síntomas que nos deben llevar corriendo al hospital.
Ninguna cantidad de spots oficiales sería demasiada en estos momentos, cuando se trata de insistir en controlar la fiebre alta en los menores y cómo hacerlo. En recordar hidratar a los niños enfermos y cómo. Necesitamos transparencia y rigor en la información sobre el futuro de la pandemia.