País en vilo

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

E l país está suspendido en el aire, esperando el resultado de estos años de un Gobierno muy distinto a lo que conocimos en las últimas décadas. Los catastrofistas se preguntan, ¿cómo es posible que el peso no se haya devaluado, más aún, que gane valor frente al dólar? Los optimistas también están a la expectativa, pero de que se confirme que fue una buena decisión no endeudar al país, sino gastar el dinero acumulado en fideicomisos.

En el tema de la seguridad pública y las libertades, los catastrofistas están convencidos de que los saldos de la militarización van a revelarse, de pronto, con algún anuncio demoledor, con el cual finalmente cobrará sentido el que las Fuerzas Armadas hayan recibido tantas encomiendas civiles. “Ah, era para esto que les dieron tanto poder a los militares”. Los optimistas, en cambio, creen que el Pueblo, avalando en las urnas y en los sondeos la estrategia de seguridad, dejará en claro que el único camino hacia la pacificación es apoyar decididamente a nuestras Fuerzas Armadas.

En política social, los expertos formados en el paradigma “neoliberal” creen que la pobreza crecerá hasta niveles alarmantes, no por la pandemia ni por la crisis provocada en Ucrania, sino debido a programas sociales no focalizados que despilfarran los recursos en sectores que no los necesitan tanto como otros. Los partidarios del Presidente, por su parte, confían en el criterio de éste: en democracia no habría tal cosa como un gasto electoralista, pues si la gente respalda la gestión de AMLO y a su partido, es que “las ayudas van a donde tienen que ir”.

En materia ambiental, me cuesta trabajo conceder que los daños provocados por el Tren Maya pudieran ser menores, que el suelo cárstico, los cenotes y la selva no corran peligro. Pero sin duda hay quien lo cree y, de todo corazón, ojalá estén en lo cierto.

En el fondo, ambos, los esperanzados y los pesimistas, estamos en vilo. Sabemos que podría ser que estemos equivocados y que ocurra lo que dicen del otro lado.

La elección de 2024 también está llena de incertidumbre. Se ve difícil resolver el nudo gordiano de un candidato de unidad de la oposición, porque, aunque los suspirantes priistas (Ruiz Massieu, Paredes, Guajardo y De la Madrid) tengan más trayectoria y popularidad, su partido carece de las gubernaturas que el PAN sí gobierna. En Morena, por su parte, el secretario de Gobernación confirma que participará en la encuesta interna por la candidatura presidencial y enseguida la imaginación se desborda. Quizá era desde el principio el caballo negro, piensan algunos. Quienes tenían la certeza de ver candidata a Claudia Sheinbaum, ahora se preguntan si la voluntad presidencial nos dará una sorpresa.

El país está en vilo en materia de militarización, economía, lucha contra la pobreza, medio ambiente y elecciones. Si cada grupo tiene que repetir una y otra vez su mantra, es porque no está tan seguro y quiere convencerse de que viene la catástrofe o la luz al final del túnel. Si fuera obvio y seguro lo que dicen, no tendrían que repetirlo obsesivamente.

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