Proteo y los animales de circo

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El famoso perro rescatista no murió por un derrumbe en Turquía. Hacía frío, tenía una edad avanzada y el viaje fue agotador. Por eso murió.

En el contexto de los honores que se le rindieron, la afirmación vaga de que el pastor alemán había “fallecido en el cumplimiento de su deber”, parecía confirmar que había sido un accidente. Así lo aseguraron muchos usuarios de redes sociales, tanto en México como en Turquía, queriendo jugar a ser agencia de noticias. Algunos, incluso, agregaban algún video falso del derrumbe, dándole caché “profesional” a su bulo, a su charlatanería. Todo para recibir algunos “me gusta”.

Pero el cabo Carlos Villeda, que acompañaba a Proteo, finiquitó el show al desmentir el desplome de alguna estructura sobre el lomo del animal. Entonces pasamos de la épica a cierto bochorno. ¿Se sentirá engañada la opinión pública turca? ¿Seguirá en puerta la idea de elevarle allá una estatua a Proteo? ¿O simplemente ahora lo representarán tiritando de frío?

Las redes sociales funcionan como jaurías de rancho. Unos pocos, los de adelante, saben si sus ladridos corresponden a una causa real, a una exageración o de plano a una mentira. Yo derramé mis propias lágrimas por la muerte de Proteo (ayudado, sin duda, por tantas frases e imágenes de tristeza de mis congéneres). Pero tampoco soy tan ingenuo, recordaba el caso de la inexistente niña Frida Sofía en el sismo de 2017 y olfateaba que, nuevamente, detrás podía haber un montaje o un falso rumor, dejándolo crecer.

Rendir honores a un perro no está mal. Menos en estos tiempos. Incluso filósofas kantianas y antropocentristas como Christine Korsgaard defienden que los animales tienen derechos y dignidad (aunque, según ella, en un escalón inferior a los seres humanos). Además, está la gente, cada vez más numerosa, que rechaza el escalón y ve en un plano de igualdad a las especies animales: no valdría menos un perro rescatista, que otros miembros de la Cruz Roja o el Ejército. Su argumento se basa en la capacidad compartida por humanos y otros animales, de sentir placer y dolor.

Tú, lectora, puedes tomar partido entre antropocentristas y animalistas, pero nuestras instituciones deben respetar ambas posiciones hasta donde sea posible, si no queremos agregar una nueva causa de inútil polarización social. ¡Qué necesidad de un pleito entre animalistas y antropocentristas! Despedir a Proteo no ofende ni a unos, ni a otros. Si no fue un héroe trágico, al menos sí un héroe cotidiano.

En cambio, hay otras decisiones sobre ética animal que inevitablemente nos confrontarán. El Presidente López Obrador ofreció recientemente un argumento en favor de mostrar animales en los circos. En los pueblos, dijo, no hay muchas posibilidades de diversión. La llegada del circo es en ellos una fiesta para los niños, algo “nunca visto”. Hay que agregar que la gente adinerada siempre podrá ir a ver circos con animales a Las Vegas o Niza. Pero es cierto que la tendencia mundial es prohibir la explotación de animales en esos espectáculos. Será difícil que vuelvan.

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