Reforma judicial angelical… y demagógica

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Un grupo de personas pide al juez de amparo que le regresen el agua, que le vuelvan a suministrar el líquido que le ha cortado el presidente municipal.

Agua de nuevo para lavar, para beber. Pero, después de pagar miles de pesos al abogado ¿qué pasa? El tribunal sólo ordena al alcalde que “funde y motive su decisión”, que explique por qué ha cortado el líquido. O sea, tanto dinero, tanto esperar, para conseguir sólo un documento inútil. Meses de litigio para obtener solamente un pretexto, un artículo de la ley, pero no el agua.

Por eso, para muchos, es prometedora la reforma judicial de AMLO. Se dice por ahí que sólo se necesita que nuevos jueces, decididos y con buen corazón, se atrevan a decirle a la autoridad: “¡Ordeno que conectes de inmediato a la red o que les lleves pipas a cada persona que lo necesite!”. Y los anteriores juzgadores, formalistas ¡a la calle!

Otra comunidad, mazahua, en la montaña, también tiene esperanza en la reforma judicial. En el pasado, pidieron al juez de amparo que protegiera su manantial que estaba siendo vaciado con pipas. Manantial para beber que mantiene con vida al bosque, a los animales silvestres. Pero, en ese entonces, el juez sólo ordenó a la autoridad responsable que “fundara y motivara su decisión”. Años de litigio y de dinero para obtener solamente una supuesta explicación, un pretexto.

¿Sólo se requiere de jueces decididos y de buen corazón para proteger el manantial de la comunidad mazahua? ¿Basta con despedir a los juzgadores formalistas, rolleros, fifís que hoy ganan más de 200 mil pesos?

El problema es que, con frecuencia, el agua de las ciudades viene de las montañas. Que ordenar abastecer del líquido a cierto asentamiento irregular puede significar privar del mismo a una comunidad tradicional. Y viceversa.

Los partidarios de la reforma dicen que no es cierto. Que eso es un mito neoliberal. Que es como los pretextos que había contra el aumento al salario mínimo. Creen que las decisiones de los nuevos jueces populares, comprometidos, vendrán con el refrendo implícito de los dioses, con la racionalidad que da la justicia. Que sus firmas y sus frases contendrán razón y verdad.

Podría ser cierto, quizá, si se consiguiera a profesionistas muy preparados, honestos, razonables. Pero es puro angelismo, demagogia, si la apuesta es por la popularidad y la lealtad. Para ganar los aplausos de la opinión pública, los nuevos jueces querrán que todo acusado vaya a prisión preventiva porque los inocentes en prisión son finalmente una minoría frente al electorado. Toda solicitud de dotación de agua recibirá respuesta afirmativa categórica, aunque conduzca a despojo y ecocidio; las comunidades que cuidan sus manantiales están formadas por unos pocos, no lucen tanto. Y los saldos se verán en unos años. Inseguridad, crisis hídrica, falta de credibilidad del judicial.

Obvio, frente a todo litigio puede haber una respuesta racional, más justa que otras. Si no una decisión salomónica, por lo menos, sí razonable y prudente. Pero ella no se logra solamente fajándose los pantalones y evitando formalismos.