Respuesta a CFE

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bernardo Bolaños *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

La gravedad de la crisis ambiental global no está en duda. Pero cada ideología atribuye las causas del problema a los adversarios. Así, los estatistas acusan a los neoliberales y los neoliberales a los estatistas. En realidad, hay que analizar caso por caso. Por ejemplo, es terrible que el afán de lucro destruya las selvas para obtener soya, aceite de palma, cacao o café. El capitalismo no sólo deforesta sino que transforma nuestra dieta. ¡No hay nada más absurdo que destruir enormes áreas naturales para fabricar gomitas de osito, alejar a los niños de las frutas de temporada (abundantes en los países tropicales) y provocarles diabetes y obesidad! Cuando el neoliberalismo agroforestal y el capitalismo de cuates son depredadores y ecocidas, es obvio que debe ponérseles un freno.

En otros casos, es el estatismo el que impide enfrentar la crisis ambiental, en particular la transición energética. En México, a quienes defiende la iniciativa constitucional de Reforma Eléctrica les gusta poner de ejemplo a la empresa francesa EDF (Éléctricité de France). Que porque es estatal. Es falaz hacerlo porque los franceses saben que la introducción de las energías renovables (eólica y solar) requiere intensivamente de capital; y el Estado francés tiene muchas otras facturas que pagar, como para destinar su inversión a turbinas y celdas fotovoltaicas que bien puede adquirir el sector privado. La prioridad de EDF es la renovación de sus viejas centrales nucleares.

Se ha propuesto a la Comisión Europea dividir a EDF en las siguientes empresas: EDF azul, para generar la electricidad nuclear. EDF verde, que se ocupe de las energías renovables, con una fuerte participación del sector privado. EDF azur, para la tecnología a hidrógeno. Y, además, ENEDIS, como distribuidor de la electricidad.

Desde luego, hay voces críticas, en particular desde los sindicatos. Pero cualquiera que entienda la urgencia existencial de acelerar la transición energética en los próximos diez años, para lograr la meta del Acuerdo de París de no rebasar 1.5 º C de calentamiento global, reconocerá el papel determinante que debe tener la inversión privada.

Y quienes en México usan el ejemplo de EDF deberían comenzar por hablar con la verdad. Ni siquiera se trata de un organismo 100% estatal, sino de una empresa donde la participación estatal es mayoritaria. Imitar su caso significaría abrir 15% del capital de CFE a otros inversionistas. Además, la integración europea ha llevado a EDF a competir. Como dicen los franceses: “No se puede tener la mantequilla y el dinero de la mantequilla”. No se puede pretender exportar electricidad en Europa, pero impedir la entrada de la competencia en Francia. Lo mismo en México. El T-MEC trae implícito el que las compañías puedan prometerle a sus clientes que sus mercancías y servicios son producidos con energía limpia.

La presente es una primera respuesta, general, a CFE, que ha ejercido su derecho de réplica a propósito de una de mis columnas.

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