Especial sobre el cambio climático
El incremento en las temperaturas causadas por el cambio climático ha aumentado dramáticamente la intensidad de las tormentas tropicales y huracanes.
Dejan daños costosos
Con el océano a mayor temperatura, un ciclón o tormenta tropical se puede convertir en un huracán devastador, como lo vimos con Otis en Guerrero, que en pocas horas su fuerza lo convirtió en el huracán de mayor intensidad en la historia en esa zona del océano Pacifico y la intensidad incrementó de una manera extremadamente rápida.
Decíamos que el año 2023 ha sido el más caluroso desde que se hacen mediciones, y se pronostica que para este 2024 la temperatura se intensifique.
Expertos aseguran que, con estos cambios en temperaturas, la temporada de ciclones y huracanes llegará con mucho mayor intensidad, sobre todo en el océano Atlántico.
La temporada de huracanes aún está a más de tres meses de distancia, pero en partes, sobre todo del Atlántico, parece como si ya estuviéramos en medio de ella. A lo largo de una franja del océano donde nacen muchos ciclones, las temperaturas oceánicas de febrero están más cerca de lo que los científicos esperan en julio.
El aumento en el calor de los océanos está despertando preocupaciones de que este 2024 sea otra temporada de huracanes hiperactiva en el Atlántico. Siete de las últimas ocho temporadas han sido superiores a lo normal, y ahora el clima ha incrementado aún más.
El doctor Francisco Estrada Porrúa, investigador titular B en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático nos explica por qué vienen tormentas y huracanes con mucha mayor fuerza.
Francisco Estrada Porrúa (FEP): Lo que pasó con Otis es un fenómeno que se llama “intensificación rápida”, y esto tiene que ver con qué tan caliente está el océano. No es la única vez que ha ocurrido en la historia, pero digamos no se esperaba que ocurriera ahorita, no estábamos preparados para esto. Lo que vemos es que, pues, por ejemplo, ahorita, con estas temperaturas promedio tan elevadas, por decirte una cosa, llevamos un año rompiendo los récords de la temperatura en la superficie del océano a nivel del planeta, un año sin que hayamos caído por abajo, hemos estado desde hace más de 365 días, por arriba, eso no lo hemos visto antes.
Está bien que, como platicamos hace un momento, hay el fenómeno de El Niño, pero el fenómeno de El Niño ya está acabando, o sea, ya no podemos decir: “Ah, por esto se explica”.
Bibiana Belsasso (BB): Explícame el fenómeno de El Niño.
FE: Es un fenómeno muy complejo, es una interacción entre el océano y la atmósfera, que tiene un ciclo entre 2 y 7 años y que tiene que ver con qué parte del océano Pacífico está más caliente y cuál está más fría, y eso afecta los vientos, afecta cómo será la precipitación y en dónde ocurre y cómo se redistribuye el calor a nivel global.
La cosa es que, cuando hay El Niño, tenemos, por ejemplo, más eventos extremos de un tipo, cuando hay La Niña, que es el evento contrario, tenemos de otro tipo y cuando hay El Niño, normalmente la temperatura global es alrededor de entre 0.1-0.2 grados más cálida, que lo que uno esperaría sin El Niño. Entonces, eso es lo que vimos en el 2023, ahorita estamos en transición a un fenómeno de La Niña.
BB: ¿Por eso dices que se espera que pueda haber fenómenos naturales de esta índole, tipo huracanes de gran magnitud este año?
FE: Pues sí, porque mira, por ejemplo, el año pasado, aunque estaba muy caliente, digamos, toda la parte del Atlántico, el océano estaba muy caliente, teníamos el fenómeno de El Niño y una de las características de El Niño es que no hay tantos huracanes de ese lado del Atlántico. Del Pacífico es otra cosa y ya lo vimos.
Pero este año vamos a estar pasando a condiciones neutras y luego, La Niña, y además de eso, ahorita todo el Atlántico está más caliente como nunca lo hemos registrado en la vida, entonces cuanto más calor haya en el océano…, imagínate los huracanes como una máquina de vapor, cuanto más calor le das, más energía vamos a tener, y eso es lo que todos los centros de pronóstico nos están diciendo ahora, vamos a tener más huracanes, tanto del lado del Atlántico como del Pacífico, y la intensidad de estos huracanes va a ser mayor que la que normalmente vemos.
BB: ¿Tenemos que prepararnos ante estos nuevos fenómenos meteorológicos?
FE: No nos tenemos que confiar. Por ejemplo, en el caso de Otis, no sabíamos que iba a intensificarse tan rápido a Categoría 5, en muy poquitas horas, pero sí sabíamos que estaba alrededor de una categoría 2 y que iba a pegar.
Con este tipo de condiciones de cambio climático, que hay muchas cosas que todavía no entendemos. ¿Por qué ocurrió de esta manera?, ¿cómo se expresó esta intensificación?, tenemos que estar mucho más reactivos. Si se pronostica un huracán Categoría 2, se puede convertir en 5 en pocas horas. Tenemos también por temperaturas extremas, como las que estamos viviendo y por precipitaciones extremas, y un estudio que hicimos recientemente, el año pasado, nos muestra que las probabilidades de ocurrencia de estos fenómenos extremos, de temperaturas muy, muy altas, y de precipitaciones muy extremas, no es que hayan aumentado un poquito, las probabilidades se han multiplicado por cinco, o sea, son cinco veces más probables, en el caso de las temperaturas, y tres, en el caso de las precipitaciones.
BB: Mucha gente no está consciente de que estos cambios climáticos nos afectan ahora.
FE: Ya nos está tocando, y también se pierde mucho en temas económicos. Por ejemplo, Otis le costó en las estimaciones dos mil millones de dólares a las aseguradoras, pero es mucho más. En pérdidas de viviendas, turismo, y todo lo que se destruyó. Y estos cambios no solamente afectan a las zonas costeras, también a las grandes ciudades y no hemos dimensionado la gravedad que pudiera enfrentar el campo en las cosechas. Tenemos que estar prevenidos y tratar de mitigar estos cambios de temperaturas.
Para mitigar el golpe. Las ciudades son islas de calor, alrededor del 75% de las superficies son techos, por lo que el color de éstos es muy importante. Si tienen colores oscuros absorbe más energía que viene del Sol, pero si son colores claros, refleja más de la energía que viene. Los estudios que se han hecho en la UNAM demuestran que se puede bajar entre 2 y 3 grados la isla de calor, solamente con el color de los techos.