Carlos Vives y el Tren Maya

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Tuve la oportunidad de acudir al concierto de Carlos Vives, el pasado fin de semana en la Ciudad de México. El concierto fue espectacular, pero quizá lo que más valoré es el ser humano tan valioso que es este artista.

Vives tiene una fundación llamada Tras la Perla, y las ganancias del concierto que brindó en el Auditorio Nacional serán para ayudar a Colombia y a la zona de Santa Marta, de donde él es originario.

En el concierto platicó del Caribe Colombiano, del Río de la Magdalena, de donde salió la cumbia. Y cuenta que por desgracia hicieron una carretera mal hecha en los años cincuenta, que hasta la fecha ha traído una devastación terrible que ha afectado mucho a la zona.

Esa construcción acabó con miles de mangles, una especie de los más altos, que nunca se recuperaron e hizo que muchas de las especies de aves que migraban, dejaran de llegar.

Carlos Vives asegura que con este ecocidio se empobreció a los pescadores, sobre todo a los de las ostras, de las perlas que sacaban de ahí, y los que vivían de la pesca, por ejemplo, de mojarra.

Hoy, nos cuenta Carlos que en esa zona no la están pasando nada bien.

Santa Marta tiene una de las lagunas costeras más grandes de Colombia, que nació de la confluencia entre las aguas dulces del río Magdalena y el mar Caribe, pero en el año 1956 la construcción de una carretera provocó un enorme daño ecológico que hasta hoy genera afectaciones al medio ambiente.

El proyecto comenzó en una época en la que no eran obligatorias las licencias ambientales, bajo la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, a quien poco le importó devastar la Ciénega Grande, pues su objetivo era conectar Barranquilla con esa zona que llegaba hasta la Isla Salamanca, que hoy es parte de la biosfera protegida por la UNESCO.

Fueron 40.6 kilómetros de asfalto que taponaron numerosas entradas de agua salada que se mezclaban con aguas de los caños del río Magdalena. Con ese bloqueo, el flujo de las aguas aumentó la salinidad, por lo que se perdieron 285.7 kilómetros cuadrados de bosques de manglar y numerosas especies animales.

Activistas de Colombia e internacionales han considerado la construcción de ese camino como el daño ecológico más grande en la historia del país sudamericano, porque hasta las medidas adoptadas de forma posterior para reparar los daños fueron erróneas.

Música y activismo medioambiental

El cantautor Carlos Vives durante su show en el Auditorio Nacional, el pasado sábado.
El cantautor Carlos Vives durante su show en el Auditorio Nacional, el pasado sábado.Foto: Cuartoscuro

Esto debido a que, en los años 80, las autoridades construyeron pasajes de agua para reconectar algunos caños, pero lo que ocurrió es que el agua del mar comenzó a pasar en un solo sentido, sin reflujo, y no se logró la salinidad adecuada.

Eso provocó una colmatación de los caños y la ciénaga, una gran cantidad de sedimento sepultó los bancos de ostras, que son el alimento de muchas especies, por lo que se afectó la cadena alimenticia, que incluye al ser humano, pues los pescadores comenzaron a ver que escaseaban los peces.

Un punto crítico se reportó en el kilómetro 19, en donde el gobierno colombiano tuvo que invertir en 2014 más de 12 mil millones de pesos en espolones para tratar de proteger a la carretera del oleaje.

Además, en 2017 comenzó a reportarse en la zona las afectaciones por la erosión costera en todo el litoral caribe de esa carretera, lo cual llegó a poner en peligro la comunicación terrestre entre Barranquilla, tercera ciudad de Colombia, y el interior del país.

Hoy Santa Marta y toda la zona de manglares son preservados gracias a los esfuerzos de lugareños y activistas como el cantante Carlos Vives quien, junto con su esposa, impulsa un futuro sostenible para la ciudad.

Lo ocurrido con la construcción de esa carretera hace 50 años, sin ningún estudio ambiental y sin saber que las consecuencias de esa destrucción impactarían a más de 5 décadas, me recordó lo que está sucediendo en México, con la construcción del Tren Maya, en donde se han violado muchísimas de las medidas de impacto ambiental, al igual que en Colombia, se han talado hectáreas de manglares y de árboles.

Estas vías de tren se han construido a lo largo de más de mil 500 kilómetros, mucho pasa por zonas protegidas, reservas naturales y cenotes.

La selva maya, por donde se está haciendo la construcción, queda indefensa ante la llegada de retroexcavadoras y otro tipo de maquinaria pesada que a su paso acabó con una de las regiones más ricas en ecosistema. Hasta el momento se advierte que más de 10 millones de árboles han sido talados y los daños al sistema de agua dulce que atraviesa la selva son incalculables.

Ambientalistas, que incluso han sido amenazados por su lucha para evitar el ecocidio en esta zona de México, denuncian actividades de tala y desmonte, que carecen de estudios y autorizaciones federales, los cuales dañarán corredores biológicos para la vida silvestre y fuente de agua dulce.

Tampoco se han presentado los estudios que deben soportar la viabilidad de las obras de lo que será un ferrocarril que transportará gente y carga sobre un suelo de alta fragilidad.

Sólo en el Tramo 5 Sur, que conecta a Playa del Carmen con Tulum, activistas revelan una serie de daños ambientales en cenotes, cavernas y selva que podrían ser irreversibles.

Parte de esos problemas ya se observan con la tala desmedida de árboles que han provocado daños al ecosistema y que ponen en peligro a especies vulnerables como el jaguar.

De Tulum a Playa del Carmen existe un ecosistema subterráneo milenario, que es hogar de cientos de especies animales y que alimenta los acuíferos de la región, pero que está siendo amenazada por la construcción del Tren Maya, el mismo tren puede estar en peligro debido al riesgo de un colapso por la fragilidad del suelo.

A ello se suma la fragmentación de la selva como la Reserva de la Biosfera de Calakmul en Campeche.

Antes y durante su construcción hubo más de 50 amparos presentados contra el Tren Maya para detener las obras, de acuerdo con datos de Fonatur, sin embargo, no se vieron afectadas para seguir construyendo a pesar de los amparos.

Yo escuchaba en el concierto de Carlos Vives hablar de la devastación que causó esa carretera hecha sin estrategia alguna en los años cincuenta, y no he parado de pensar en el daño ecológico que se le ha hecho en estos años a toda la zona maya.

¿Quién será el Carlos Vives mexicano, que en décadas apoye la zona maya, que sin duda habrá sufrido un daño irreversible?