La semana pasada recibí un correo electrónico de un lector de La Razón, el motivo, su preocupación por lo rebasados que están los albergues para migrantes en la Ciudad de México.
Es una preocupación que hemos expresado en estas páginas, sobre todo en momentos donde se dan caravanas de migrantes de forma masiva que entran por Chiapas para intentar cruzar el territorio mexicano y llegar a la frontera con Estados Unidos.
Hemos investigado la situación de los albergues para migrantes que existen, y, efectivamente, están rebasados por más que intentan brindar ayuda humanitaria a estas personas, son tantas que es imposible.
Éste es el mensaje que ejemplifica muy bien lo que está sucediendo en la Ciudad de México. Así lo narra Sergio Juárez, vecino del Barrio San Pablo.
El motivo de estas líneas es para platicarle la problemática que tenemos los vecinos de la alcaldía Iztapalapa día a día en la calle de Lerdo de Tejada del Barrio San Pablo (centro de la demarcación).
Aquí se ha asentado un albergue para migrantes (Casa del Migrante Arcángel Rafael) del cual no nos oponemos, debido a la ayuda humanitaria que se le debe de brindar a cualquier ser humano.
Pero la capacidad de alojamiento los ha rebasado y el excedente de personas viven, pernoctan y duermen en las banquetas, aquí hay niños y niñas que duermen en casa de campaña y que hacen sus necesidades fisiológicas en plena calle y a cualquier hora, también hay hombres tomando cervezas, fumando marihuana a cualquier hora del día y ninguna autoridad competente acude apoyar a estas personas, por lo que le hago un grito de ayuda y auxilio para que las autoridades correspondientes, tanto locales, nacionales o internacionales, trasladen de las banquetas a esos migrantes a un recinto adecuado.
Se podría proponer que se les lleve a otro albergue de su congregación religiosa para que pudiesen descansar y esperar sus trámites migratorios en un lugar pertinente a sus necesidades.
Este albergue principalmente recibe niños y mujeres. Pero son muchos los hombres que se quedan en las banquetas. Aquí es donde el Gobierno de la Ciudad de México debe de intervenir para buscar una solución a un problema tan complejo.
En los próximos días seguramente veremos más migrantes en toda la República Mexicana, y muchos llegando a la CDMX.
Y es que nuevamente se reactivan las caravanas migrantes, el pasado lunes 30 de octubre salió de Tapachula, Chiapas, una nueva caravana migrante integrada por más de cinco mil personas, en su mayoría centroamericanos, que se dirigen a Estados Unidos, pero antes, piensan hacer una escala en la Ciudad de México para conseguir un permiso para transitar libremente por el país sin ser detenidos o deportados.
Albergues están saturados
Según los organizadores de esta caravana, el motivo de moverse a la capital es porque en Tapachula son demasiadas las personas que esperan un permiso del Instituto Nacional de Migración para transitar por México y los tiempos de espera son largos.
Además, en Chiapas migrantes han denunciado que el costo de vida ha incrementado, ya que las rentas por vivienda pasaron de los 400 a 800 dólares, además de la inseguridad y violencia generada por integrantes del crimen organizado y bandas locales, también hay corrupción para conseguir el permiso, ya que deben pagar cifras exorbitantes.
Para el martes 31 de octubre otro grupo de migrantes se unió a la caravana con el mismo objetivo, incrementando hasta en siete mil ciudadanos centroamericanos, caribeños y venezolanos los que avanzan hacia Estados Unidos. Esta caravana llama la atención porque es la más numerosa, por lo menos desde junio de 2022.
Son miles de migrantes esparcidos por muchos estados de México. La organización Médicos Sin Fronteras informó que en un solo día contabilizó mil 400 migrantes caminando por la carretera.
Hay más de siete mil migrantes que buscan llegar a la Ciudad de México en los próximos días y se sumarán a los miles que ya se encuentran aquí. Los albergues están rebasados y los habitantes locales están preocupados, por un lado, saben que es una crisis humanitaria, por el otro, están siendo afectados y además se sienten vulnerados su seguridad personal y la de su familia.
Así lo narran vecinos de la alcaldía Tláhuac, donde hay otro albergue migrante en el deportivo que también ya está rebasado, migrantes principalmente de Haití, instalaron un campamento justo afuera de la Unidad Habitacional Villa de los Trabajadores.
Es una situación muy compleja, por un lado, están los migrantes que vienen de condiciones terribles en sus países, escapando de violencia y falta de lo indispensable para poder sobrevivir.
Muchos niños y mujeres, pero éstos a su vez quien los mueve a base de engaños son personajes del crimen organizado quienes los explotan y extorsionan.
A las afueras de estos albergues circulan motos de mexicanos sin placas, que les entregan hasta drogas a los migrantes.
Los habitantes de la alcaldía Tláhuac cuentan como utilizan de baño estos migrantes el paso peatonal. Hace unos días en el albergue de Tláhuac hubo una pelea en la que uno de los migrantes fue herido con alguna navaja, llegaron autoridades, entre ellas las de migración, que sólo atendieron la riña, pero no resolvieron la estadía ilegal y en vía pública de los migrantes.
Una situación similar se vive en las Parroquias de la Soledad y la Santa Cruz, que se encuentran en el barrio de La Merced en pleno Centro de la Ciudad de México, y es que, ante la saturación en los albergues, los migrantes han recurrido a los centros religiosos.
Tan sólo en la parroquia de la Soledad el padre Benito precisa que han llegado unos mil 300 migrantes, mientras que alrededor de 800 acampan alrededor de la iglesia.
Estos albergues se supone que sólo se deben de utilizar de forma temporal, los domingos por la mañana llegan camiones para trasladarlos a que continúen su recorrido, y en la tarde nuevamente se vuelven a llenar de decenas de nuevos migrantes, pero muchas de estas personas se están quedando hasta meses.
Las autoridades migratorias en nuestro país están rebasadas, se deben de agilizar los procesos legales y otorgar visas humanitarias para que lleguen a su destino. Y, sobre todo, para tener una certeza de quien circula en territorio mexicano.
Para intentar resolver esta crisis, el pasado 22 de octubre en Chiapas el Presidente López Obrador recibió a mandatarios y representantes de Belice, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Haití, Honduras, México, Panamá y Venezuela; sin embargo, todo quedó en dichos y soluciones a largo plazo, pero nada en concreto.
Es un problema muy serio que, si no se atiende de manera inmediata, va a generar una crisis que crecerá de manera exponencial.