La destrucción de oportunidades

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Dentro de las 20 iniciativas que se aprobaron de manera vergonzosa en el Senado el sábado 29 de abril, en medio de jaloneos y desde una sede alterna se dictaminó que desaparece el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

La mayoría de quienes aprobaron estas leyes hechas al vapor ni siquiera habían leído, ni sabían de qué trataban las iniciativas, y muchos de los que sí conocían lo que estaban votando fueron fuertemente presionados desde el Ejecutivo para votar a favor de la destrucción.

Primero los diputados y luego los senadores avalaron la nueva Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación para que el Conacyt sea reemplazado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías.

Esta medida es gravísima, el Conacyt era una institución que llevaba 53 años de existencia. Cientos de estudiantes tuvieron la oportunidad de continuar sus estudios de posgrado, maestría y doctorado en universidades en el extranjero, a través de una beca, lo que no hubiera sido posible sin esa ayuda.

Esta institución permitió que hubiera movilidad social, que los jóvenes que eran estudiantes de excelencia, aunque no tuvieran los recursos, pudieran estudiar en las mejores universidades del mundo.

Muchos de nuestros políticos actuales se formaron con esas becas, y no es una crítica, al contrario, queremos gente preparada para gobernar nuestro país.

Hoy, sólo los estudiantes que tengan el nivel socioeconómico para solventar sus estudios podrán hacerlo en universidades de excelencia, y podrán conseguir en el sector privado trabajos mucho mejor pagados.

Con la desaparición del Conacyt ahora será imposible que un estudiante por mejor que sea, por no tener posibilidades económicas sus estudios no se podrán ampliar.

Durante años, México fue un país de oportunidades, donde los jóvenes que querían tener un mejor futuro lo pudieran lograr.

Poder lograr estudios como los que se podían hacer con las becas del Conacyt jamás se podrán comparar, por ejemplo, con las becas de Jóvenes Construyendo el Futuro, que regalan dos mil 575 pesos mensuales por un máximo de 45 meses.

Esas becas pueden ayudar en las finanzas familiares, pero difícilmente podrán ayudar a los estudiantes a hacer una buena carrera académica.

Claro, estas becas dan votos, las otras apoyaban a quienes se querían superar y hacían un gran esfuerzo para poderlo lograr.

Las becas que está otorgando el Gobierno son a fondo perdido; las becas del Conacyt, se regresaba una parte de lo otorgado y además había acuerdos importantes con otras universidades e instituciones.

Una vez que esos estudiantes regresaban a nuestro país y empezaban a trabajar, tenían que regresar dinero al Conacyt para que la institución pudiera otorgar nuevas becas a otros jóvenes, y además, al terminar sus estudios en el extranjero, estaban comprometidos a dar clases o aplicar el conocimiento adquirido en distintas formas para el beneficio de otros estudiantes mexicanos.

La investigadora del Cinvestav, Alma Maldonado, alertó el fin de semana que sustituir al Conacyt podría derivar en que algunos convenios previamente firmados se vean afectados.
La investigadora del Cinvestav, Alma Maldonado, alertó el fin de semana que sustituir al Conacyt podría derivar en que algunos convenios previamente firmados se vean afectados. ı Foto: Especial

Uno de los argumentos para destruir el Conacyt era que las becas fueran exclusivas para gente privilegiada; cualquier estudiante con un buen promedio escolar podía acceder a ellas.

También había oportunidades, por ejemplo, de becas que cubrían una parte de ayuda para que madres solteras y jefas de familia terminaran su formación profesional al 100 por ciento, lo que al final facilitaba su inserción en el mercado laboral, así como su independencia económica.

En estos casos, las becas se otorgaban de uno a 36 meses durante el estudio de la carrera universitaria, debían comprobar que eran madres solteras, documentación de sus hijos, comprobante de estudios con promedio mínimo de 8, estudio socioeconómico y currículum.

El principal temor que despertó la iniciativa es el futuro de las becas para estudiantes e investigadores, ya que la nueva ley permite que la asignación de apoyos se haga de forma directa, sin la intermediación de coordinaciones, profesores o instituciones académicas de ningún tipo.

Hasta este año, un becado por el Conacyt tenía que contar con conocimientos altamente calificados, ser uno de los mejores entre los cientos que concursaban para obtener este beneficio y pasar por filtros de revisión que avalaran su trabajo entre la comunidad científica y de investigación.

Ahora, con la apertura de becas sin ningún tipo de filtro como está propuesto en la nueva ley, podría perjudicar el interés académico, ya que una beca de éstas podría quedar en manos de alguien que en realidad sólo busca obtener los recursos sin dar a la comunidad un beneficio.

Además, daña la red con la que contaba el Conacyt con las más de 20 universidades de todo México en las que se podía realizar una maestría o un posgrado, y podría generar restricciones para el intercambio académico en universidades de Estados Unidos, Canadá, Europa, Australia, Oceanía y Asia, donde el moribundo Conacyt ha logrado alcanzar acuerdos académicos.

La indignación también ocurre porque se elimina de la ley el objetivo de destinar el uno por ciento del Producto Interno Bruto a la Ciencia, Tecnología e Innovación.

Desde el 17 de abril de este año, la propuesta ya arrastraba complicaciones, cuando el Colectivo por la Ciencia recolectó más de mil firmas de investigadores, para evitar su aprobación, considerada como una decisión “unilateral”.

Ahora parece que los recursos para las becas serán destinados para el financiamiento principalmente a quienes investiguen temas de interés del Gobierno.

El Conacyt, dicen, aún no está muerto, la oposición en el Congreso y la comunidad académica esperan llevar a tribunales la decisión tomada por el Senado.

La iniciativa fue avalada en fast track por la mayoría del partido Morena, sin que hubieran realizado las siete sesiones de parlamento abierto prometidos para consultar a científicos e investigadores, y revisar qué necesitaba el Conacyt para mejorar. Por ello, esta decisión fue considerada apresurada, entre críticas y dudas de legisladores de oposición y de la comunidad científica.

Imagínese, para poder lograr el quorum y alcanzar la mayoría, a una senadora que estaba en un viaje de trabajo fuera del país la hicieron renunciar para que entrara su suplente a votar.

Y con este tipo de acciones es como cada día se va a polarizar más el país, y los jóvenes que no tienen sus padres un nivel socioeconómico alto, tendrán cada día menos oportunidades.

Si bien el sistema de becas tenía deficiencias, se podía perfeccionar, no desaparecer.

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