El diario del juicio

BAJO SOSPECHA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Se cumplieron las primeras dos semanas del juicio contra Genaro García Luna en una corte federal de Estados Unidos.

Alto exfuncionario, en el banquillo

Genaro García Luna (centro) y su abogado, en un boceto de la audiencia en la Corte federal de Brooklyn, el 3 de enero del 2020.
Genaro García Luna (centro) y su abogado, en un boceto de la audiencia en la Corte federal de Brooklyn, el 3 de enero del 2020. ı Foto: AP

El exmando de la Policía Federal en México es acusado de tener nexos con el narcotráfico y haber recibido sobornos millonarios de éste.

El juicio no habla de los negocios de García Luna, únicamente se centra en sus lazos con el narcotráfico.

Mucha ha sido la expectativa de lo que sucederá en este juicio, pero hasta ahora ninguno de estos testigos ha presentado pruebas o evidencias físicas, como grabaciones, fotografías, videos o documentos, sólo han sido los dichos de exnarcotraficantes, que buscan obtener un beneficio a cambio de su testimonio.

Lo que sí tienen en común estos personajes es que fueron detenidos y extraditados por el propio García Luna, cuando fungía como secretario de Seguridad Pública.

El primer testigo fue uno de los más relevantes: Sergio Villarreal, El Grande, un hombre que servía al cártel de Los Beltrán Leyva, por dos días consecutivos aseguró haber presenciado, por lo menos, 20 reuniones entre el Cártel de Sinaloa y el exsecretario de Seguridad Pública.

Que entre 2001 y 2004 el exfuncionario recibió entre un millón y millón y medio de dólares mensuales. Dio detalles de su participación en el tráfico de drogas y de la supuesta ruptura del Cártel de Sinaloa con los Beltrán Leyva. La realidad es que García Luna en el 2001 no era secretario de Seguridad Pública.

Incluso, El Grande aseguró que García Luna, estando al frente de la Secretaría de Seguridad, fue secuestrado por Arturo Beltrán Leyva en una carretera rumbo a Cocoyoc y que fue para darle un mensaje de quién estaba a cargo en realidad, pues, según El Grande, el exfuncionario ya no le tomaba las llamadas a Beltrán Leyva.

Es verdad, hubo un secuestro de la custodia que tenía García Luna, los golpearon y abusaron de las mujeres de ese equipo y fue una advertencia al entonces exsecretario de Seguridad Pública Federal para que no siguiera operando contra ellos.

El segundo día de alegatos, el juez Brian Cogan desestimó parte del testimonio de Tirso Martínez, alias El Futbolista. Indicó que se trataba de simples rumores, sin pruebas: una pérdida de tiempo.

El testimonio de Tirso habló de cómo movía cocaína entre 1997 a 2001, un periodo ajeno al de García Luna como autoridad.

Al final, Tirso sólo pudo hablar de cómo traficó toneladas de cocaína ocultas en trenes hacia Los Ángeles, Nueva York y Chicago, de 2001 a 2003, que estos cargamentos pasaban gracias a que El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada tenían cooptadas a las autoridades federales, pero en ese testimonio no pudo inculpar a García Luna.

El tercer testigo en subir al estrado fue Ernest Caín, un expolicía retirado de Chicago, que durante 14 años colaboró en la división antinarcóticos. Se le preguntó sobre un decomiso de dos toneladas de cocaína en Chicago, que aparece dentro de la acusación contra García Luna.

Al final, en el día tres del juicio, tocó turno para dos agentes de la DEA: Jamal Hornedo, quien formaba parte de la fuerza de tarea de Nueva York, en el que confiscaron la droga que había traficado Tirso Martínez y Matthew Coleman, quien habló sobre los decomisos de droga en entre 2002 y 2003.

El quinto testigo fue un exlíder de una pandilla en Nueva York, Héctor Tolentino, que es acusado de recibir droga del Cártel de Sinaloa y distribuirla en Estados Unidos.

El cuarto día del juicio se reanudó el lunes pasado, al estrado subió el narcotraficante Óscar Orlando Nava Valencia, El Lobo Valencia, quien aseguró haber pagado más de 10 millones de dólares en sobornos al exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Este hombre fue fundador del Cártel del Milenio, que después derivó en el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Según su testimonio, en octubre de 2007 había tenido que enviar otros 5 millones de dólares a García Luna para intentar liberar en el puerto de Manzanillo, en el estado de Colima, dos contenedores provenientes de Colombia con 10 toneladas de cocaína cada uno. Uno de los cargamentos era del Lobo Valencia y el otro de Arturo Beltrán.

El dato duro aquí es que el Cártel del Milenio, después Cártel Jalisco Nueva Generación, estaba enfrentado con el Cártel de los Beltrán Leyva.

El Lobo se refirió a los sobornos como “los arreglos”, que eran pagos a funcionarios públicos para tener seguridad y protección, y para poder traficar libremente.

El quinto día fue para presentar a dos agentes de la DEA, entre ellos: Adrián Ibáñez, quien estuvo asignado a una oficina en Guadalajara y abundó sobre el decomiso de dos contenedores con más de 10 toneladas de cocaína, cada uno, en el puerto de Manzanillo, el 30 de octubre de 2007.

Dijo que la DEA solía mandar agentes a decomisos importantes, para presionar a las autoridades mexicanas a que no se corrompieran y liberaran la droga incautada. Las fechas y el volumen de la droga coinciden con los cargamentos que mencionaron El Grande y El Lobo, pero ¿cómo ligan a García Luna en este caso?

El segundo en hablar fue Raúl Arellano Aguilera, un exagente de la policía federal, el primer agente mexicano que declaró contra García Luna.

Explicó la forma en la que se dejaba pasar la droga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la manera en la que elementos de la Policía Federal, en los tiempos de García Luna, habrían estado implicados en las operaciones.

“Por 45, todos en 35 hasta nueva orden”, era la indicación que, según el testigo, se transmitía en la terminal cada vez que una maleta con droga o dinero llegaba o salía. Este código significaba que “por una orden superior debían dejar de actuar temporalmente”. Según declaró, con esa indicación no hacían revisiones ni detenciones.

En lo personal no sé si esto sea verdad, si es un hecho que la corrupción y el ingreso de drogas por el Aeropuerto Benito Juárez en la Ciudad de México, ha sido una realidad, pero no presentaron pruebas que la orden viniera del entonces secretario García Luna. Hoy, la seguridad en ese aeropuerto se ha intensificado desde que tomó su operación la Secretaría de Marina.

Otro testigo que se presentó en el estrado es Israel Ávila, contador y agente de bienes raíces para el Cártel de Sinaloa, detenido en Texas en 2012, y condenado a 15 años de prisión en Illinois.

Faltan decenas de testimonios que van a declarar en ese juicio, ojalá presenten pruebas y no se queden en dichos y rumores.

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