La verdadera historia del caso Paulette

BAJO SOSPECHA

BIBIANA BELSASSO
BIBIANA BELSASSO
Por:
  • Bibiana Belsasso

Parte 1

El viernes pasado se estreno la serie La Historia de un crimen: la búsqueda, inspirada en el caso de Paulette Gebara Farah, una serie de ficción, pero como toda serie de ficción no se apega estrictamente a los hechos. En el 2010, cuando sucedió esta trágica historia en Todo Personal investigamos a profundidad este caso, con todo y las contradicciones que tuvieron las autoridades.

Lo publicamos como un capítulo del libro Justicia Inútil, editorial Taurus 2010, que escribí junto con Jorge Fernández Menéndez. Esta es la verdadera historia del caso Paulette, que publicaremos en tres partes.

“Desaparecida, se busca a Paulette”. Decenas de anuncios espectaculares en las calles aparecieron la mañana del 23 de marzo del 2010, en el Distrito Federal y el Estado de México, buscando a Paulette. Pero todos se preguntaban, ¿quién diablos es Paulette? Paulette resultó ser una niña de cuatro años que en las fotos lucía encantadora, que sufría de una discapacidad motriz, tenía tez blanca, ojos azules, y provenía de una familia con una posición socioeconómica buena. Había desaparecido de su cama y nadie sabía nada.

La historia había comenzado apenas un día antes, el 22 de marzo muy temprano, cuando como era habitual una de las nanas de Paulette entró al cuarto de Paulette para arreglarla para irse al colegio. No estaba en su cuarto y lo reportó de inmediato a Lizzete Farah, la madre de la pequeña. Durante los primeros minutos, Lizzete no se mostró preocupada, nadie creía que la niña hubiera desaparecido. Comenzaron a buscarla por todo el departamento, de aproximadamente 300 metros cuadrados, ubicado en Interlomas y que contaba con seguridad las 24 horas.

Pronto comenzaron a preocuparse. Lizette y las dos nanas revisaron todo el departamento, siguieron con el resto del edificio y las áreas comunes, e incluso levantaron la cubierta de la alberca, que estaba tapada desde tiempo atrás, para ver si Paulette no se había caído. Cuestionaron a los guardias de seguridad, solicitaron ver los videos de las cámaras de seguridad, pero resultó que no todas grababan.

Eran ya más de las 8:00 de la mañana cuando regreso Mauricio Guebara, padre de Paulette, al departamento. Había salido a hacer ejercicio, algo poco habitual en él. Lizette le comenta que Paulette no aparecía. Pocas horas después el padre comenzó a atribuirle a la madre la desaparición, al decirle que seguramente la noche anterior cuando habían llegado de viaje de Valle de Bravo, él sus dos hijas menores y una de las nanas, Lizzete no había metido al departamento a Paulette.

Desde entonces comenzó una larga lista de acusaciones entre el matrimonio responsabilizándose mutuamente de la desaparición de Paulette. La situación familiar era precaria. La madre había pasado el fin de semana en Los Cabos donde, en un viaje que ella describió como “atropellado” había viajado con una amiga, Amanda de La Rosa y donde se había encontrado con un grupo de amigos. Lizzete había llegado a su casa un par de horas antes que su marido y las pequeñas. Cuando estaba en la puerta del edificio Mauricio le marcó por su celular a Lizzete para que bajara a recibir a las niñas. Se las entregó, cargó a Paulette y la pequeña Lizette las siguió con la nana hasta el departamento.

En su testimonio Lizette dijo que había acostado a Paulette en su cama como todos los días poco antes de las nueve de la noche. No cenaron, antes de salir de Valle de Bravo las niñas habían comido una hamburguesa. Lizzete dijo que le había dado la bendición y la pequeña se había quedado sola, dormida, en su recamara.

Lizzete llamó a su hermana Arlette, quien localizó a un amigo, quien a su vez avisó a la Procuraduría General de Justicia del Estado de México. En pocas horas el departamento estaba lleno de policías, perros para buscar rastros de Paulette, familiares y amigos. Más tarde llegaron reporteros y cámaras de televisión. Esa misma tarde se activó una intensa campaña de búsqueda en las redes sociales. Y al día siguiente, con una rapidez inaudita estaban listos los anuncios espectaculares por toda la ciudad de México.

A pocas horas de la desaparición de la niña, además de los anuncios espectaculares se mandaron a hacer miles de camisetas con su rostro y señas generales.

Las autoridades del Estado de México asumieron la investigación del caso encabezadas por Alfredo Castillo, en ese entonces Subprocurador de Justicia del Estado de México y quien fungía como el operador en el terreno de Alberto Bazbaz, Procurador del Estado. También comenzó a trabajar con ellos un asesor en plagios para esperar la llamada de los secuestradores e iniciar las negociaciones.

Pero nunca hubo una sola llamada en ese sentido. Nadie desconocido había entrado o salido del condominio. No había rastros de que se hubiera vulnerado la seguridad del departamento. Y dentro sólo había cinco personas, una hermana de siete años, los padres y dos nanas. Esta es una de las tantas razones por las cuales los agentes a cargo de la investigación estaban seguros de que no había existido ningún secuestro.

Tampoco nadie había pedido un rescate. La investigación comenzó entonces a cambiar. El entonces procurador Alberto Bazbaz aseguró que se había tratado de un asunto interno, que no era un secuestro. Comenzaron entonces dos mecanismos de presión diferentes. A la presión mediática se sumó el protagonismo de las propias autoridades y la investigación comenzó entonces a cambiar. El procurador del estado de México, Alberto Bazbaz aseguró entonces, en una conferencia de prensa y sin mostrar prueba alguna que sustentara sus dichos que se había tratado de un asunto interno, incluso, poco después el procurador dijo que la madre de la niña era la principal sospechosa. Tampoco presentó alguna prueba, fuera

de un supuesto diagnóstico psicológico de la madre que lo único que demostraba era la falta de profesionalismo con que había sido realizado.

Tragedia que aún nos conmueve

Vista de la recámara de la menor tomada el 27 de marzo de 2010, tres días antes de que los restos fueran localizados en ese mismo lugar, envueltos en sábanas.
Vista de la recámara de la menor tomada el 27 de marzo de 2010, tres días antes de que los restos fueran localizados en ese mismo lugar, envueltos en sábanas.Foto: Cuartoscuro

Comenzaron a interrogar a los padres y las nanas. El miércoles 30 de marzo los arraigaron. Y ahí comenzaron los problemas más graves de la investigación porque al día siguiente apareció el cuerpo de Paulette en su propio cuarto, envuelto en unas sábanas y edredones debajo del colchón. Apareció en un cuarto en el que habían estado todos, desde los policías hasta los padres, que había sido revisado por perros y en donde se habían realizado hasta entrevistas para la televisión.

Obviamente la duda surgió en torno a si el cuerpo había sido sembrado. No era creíble que un cadáver estuviera nueve días expuesto en un cuarto que había sido revisado exhaustivamente y nadie se diera cuenta, que nadie percibiera el olor, los efectos de la descomposición. Sencillamente no era ni es creíble. Surgió entonces otra duda: ¿cuándo había muerto Paulette y en todo caso quién había dejado el cuerpo en su propio cuarto?.

La casa había sido evacuada y el cuarto cerrado por lo menos desde el día 27 de marzo, tres antes de que apareciera el cuerpo; toda el área estaba bajo supuesta protección policial. ¿Quién pudo entrar, dejar el cuerpo, irse sin que nadie de los que custodiaban el lugar se percatara de ello?

Peor aún, ante la pregunta de cuándo había muerto Paulette, se dijo (y luego se confirmó oficialmente) que podría haber sido desde el propio día 22. Observando las fotos que la propia procuraduría local divulgó ello sería imposible. No se observa un deterioro de los restos que permitieran suponer que llevaba tanto tiempo de fallecida. Salvo que esos restos hubieran estado en refrigeración. Pero dónde ¿en el propio departamento que fue revisado se supone que minuciosamente una y otra vez? ¿Cómo fue trasladado y ubicado en el cuarto si el lugar estaba vigilado por agentes policiales y ministeriales?. Pero sin responder esas preguntas inmediatamente se comenzó a filtrar que entonces se pensaba que la asesina era la madre. Incluso se señaló que la madre de la niña era la única indiciada.

La información se filtró y fue tratada por lo medios sin matices, pero nunca se explicó porqué se señalaba a la madre y no al padre o las nanas. Y aparecieron psicólogos que viendo una entrevista de unos pocos minutos por televisión llegaron a la conclusión, y así también se informó, que la madre sufría de desequilibrios mentales, pero ¿cómo se puede llegar a esa conclusión? La procuraduría lo filtró, los medios lo publicaron y la gente lo creyó.

Pero además se filtró que buscaban a otros involucrados, a una mujer a quien calificaron como “compañera de juerga” de la madre, así salió publicado. Y a un hombre de quien se dijo que sería el amante de Lizette Farah, que era, según esto, su instructor, e incluso, violando toda norma de seguridad, se dio a conocer el nombre de esta persona, Roberto Ayala al que incluso ubicaban como sospechoso.

Roberto Ayala apareció después de haber estado en las primeras planas de los medios después de casi un mes y no era nada de lo que se dijo. Este hombre resultó que es un importador de productos de España, Cuba y otros países, obviamente no es un entrenador; se relacionó con la señora Farah vía Facebook, dice que sólo se vieron dos veces y que puede demostrar que el fin de semana en el que supuestamente estuvo en Los Cabos en realidad estuvo en la Ciudad de México.

El que invitó a Lizette a Los Cabos era otro hombre y las autoridades lo sabían desde el segundo día de las investigaciones. ¿Por qué mintieron e involucraron a otro?¿Cómo se puede lanzar el nombre de una persona, colocarla en una situación tan difícil acusándola de ser sospechoso de un crimen sabiendo que no era el responsable?¿con qué pruebas se hizo toda la acusación? El día de la desaparición de Paulette este hombre, Roberto Ayala, recibió un mensaje vía celular de Lizette Farah pidiéndole ayuda por la desaparición de la niña. Ayala dice que entonces llamó al celular de Lizette y que contestó la llamada su esposo, Mauricio Gebara quien se molestó con él. Pero el nombre quedó registrado y desde allí se tejió la historia del entrenador y amante que no era ni una cosa ni la otra.

Mañana… ¿Cómo aparece el cuerpo de la niña Paulette?