La verdadera historia: El entramado político

BAJO SOSPECHA

BIBIANA BELSASSO
BIBIANA BELSASSO
Por:
  • Bibiana Belsasso

Parte 3

Son muchos quienes creen que la influencia política de la familia Gebara Farah fue lo que hizo que el caso se quedara en la sombra. Los giros de la investigación encontrarían bajo esta tesis una explicación en las versiones no desmentidas de que el clan tiene importantes relaciones políticas y de amistad con diversas autoridades del Estado de México. El abuelo paterno de Paulette, Mauricio Gebara padre, trabajó para el exgobernador Arturo Montiel. El día del velorio de la pequeña, el exmandatario acudió al Panteón Francés, donde fue velada la niña.

Montiel aseguró que su presencia en ese lugar se debía a que la madre de su exsecretario de Desarrollo Económico, Carlos Rello, estaba siendo velada en ese mismo lugar. Pero por lo pronto, como en política no hay casualidades, el exgobernador hizo acto de presencia en un momento en el que, sin duda, se toparía con los medios y refrendó su apoyo a las investigaciones de la Procuraduría. Independientemente de esa coincidencia, han surgido muchas versiones, que tampoco han sido desmentidas, de que la familia Gebara realizó aportes importantes a la campaña, en 2004.

Arturo Montiel no es el único personaje de la política mexiquense que ha sido ligado con la familia Gebara Farah. Luis Miranda Nava es el secretario de Gobierno del estado, un político de toda la confianza del gobernador y un hombre cercano a la familia Gebara, en el 2010.

Luis Miranda estuvo personalmente en el departamento de la familia Gebara Farah durante las investigaciones. Miranda ha desmentido el nexo con la familia Farah. Molesto, en varias ocasiones ha dicho que lo están vinculando a Lizette Farah por el apellido de su esposa Alma Saldaña Farach. También explicó que no tenía nada que ver con las investigaciones y que los medios lo habían involucrado porque utilizó el helipuerto de la Procuraduría del estado el mismo día que los Gebara Farah estaban rindiendo su declaración en ese lugar.

Otra vez las casualidades, casi el mismo apellido familiar, un secretario de Gobierno que decide utilizar el helipuerto de la Procuraduría el mismo día que le toman declaración a los padres de la niña. En política no hay casualidades. Pero, fuera de éstas, quedan varias preguntas: ¿Por qué acudió a una escena del crimen el secretario de Gobierno? ¿Por qué se deslinda únicamente de la familia Farah y no de la Gebara? Hay más coincidencias. Luis Kaim Gebara es un conocido y respetado comunicador, y además es tío del padre de Paulette.

La familia Farah también tiene relaciones políticas. Lizette es amiga cercana de la hermana de un prominente empresario de telecomunicaciones, con fuerte influencia en el Estado de México y en el país.

La familia Gebara está vinculada al sector inmobiliario mediante varias empresas financieras que gestionan recursos públicos. Una de las empresas en las que tiene participación la familia Gebara se llama “Prestamos para crecer”, que tiene acceso a subsidios otorgados por la Comisión Nacional de Vivienda.

Ejemplo de incompetencia

El libro aborda otros casos paradigmáticos de fallos en la justicia.
El libro aborda otros casos paradigmáticos de fallos en la justicia.Foto: Especial
El exprocurador mexiquense, Alfredo Bazbaz, en mayo de 2010.
El exprocurador mexiquense, Alfredo Bazbaz, en mayo de 2010.Foto: Cuartoscuro

Otra de las organizaciones en las que tiene participación la familia se llama “Ayúdame que yo también soy mexicano”, y está destinada a “promover” la vivienda popular; tiene vínculos con grupo Avándaro, una de las más importantes empresas inmobiliarias del Estado de México.

¿Cómo llega Alberto Bazbaz a la Procuraduría del estado? Se hablaba de que el actual procurador había llegado a ese cargo porque el entonces gobernador Peña Nieto le solicitó a quien era procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, que le recomendara a un joven, capaz y con buena imagen, para ese puesto. Bazbaz trabajaba bajo las órdenes de Claudia Ruiz Massieu en la PGR y de ahí llegó a ser asesor de Medina Mora; desde ahí pasó a procurador del estado. Con este caso queda claro que una buena imagen personal no fue suficiente para un cargo de tanta importancia.

Hay otro punto. El mismo día de la desaparición de Paulette, se mandaron a hacer varios miles de camisetas y se pusieron espectaculares por toda la ciudad, para dar con el paradero de la niña. Esa logística es casi imposible de realizar en tan corto periodo de tiempo para cualquier persona, aunque tenga dinero, salvo que quien haya apoyado a la familia Gebara Farah para esta labor, haya sido alguien con contactos en campañas políticas, que es precisamente en donde se utilizan estos medios con profusión. Y queda la pregunta, ¿quién pagó por esas camisetas y cartelones?, ¿por qué si se creía que era un secuestro, inmediatamente después de la desaparición se realizó tanta actividad pública? Todo se muestra como un secuestro que no fue tal, la investigación como un esquema de protección que fracasó, los lazos políticos o económicos nunca se ponen de manifiesto y todo queda en la sombra. Todas éstas pueden ser únicamente coincidencias, pero cuando éstas no encuentran una explicación y se entremezclan con historias relacionadas con el poder, el único resultado es la desconfianza.

La actuación de la Procuraduría estatal fue desastrosa en la investigación de mayor exposición pública en muchos años y las contradicciones y dudas sobre su desempeño crecieron día con día. El manejo tanto pericial como de medios del entonces procurador Alberto Bazbaz, no sólo dejó muchísimo que desear, sino que también demostró un nivel de incompetencia por lo menos preocupante: en apenas unos días, el exprocurador habló de un secuestro; de una desaparición interna; arraigó a los padres y a las nanas, para investigar un presunto asesinato; luego misteriosamente apareció el cuerpo de la niña en un lugar donde había estado todo mundo y donde más misteriosamente aún, sus restos no habían entrado en descomposición ni generaban olor alguno; confirmó entonces que se trataba de un homicidio y dio a conocer un estudio forense que decía que la niña había sido asfixiada; puso a la madre de Paulette como principal sospechosa e indiciada; filtró información sobre la vida privada de la madre e ignoró la del padre; luego liberó a los cuatro arraigados sin ninguna explicación, como tampoco las había dado al arraigarlos; y finalmente nos quiso convencer de que todo se debió a un accidente.

No se pueden cometer tantos errores en la administración de la justicia. Hay quienes defienden al exprocurador diciendo que en última instancia la investigación, como él mismo dijo, sería determinada por lo que dijera “la ciencia”, o sea, los estudios periciales, y que quienes los realizaron son gente seria. Pues “la ciencia” en este caso falló. La pregunta es por qué. En este tema ha habido todo tipo de versiones, fundadas o no, que van desde las relaciones políticas de la familia hasta razones económicas.

En el caso Paulette no hubo responsables ni culpables, todo se debió a un accidente. La muerte de la niña ni siquiera llegó a la justicia. Simplemente el Ministerio Público aseguró que el único culpable era el destino. Nadie parece haberle creído y ese caso ha sido uno de los que más han quitado confiabilidad a la procuración de justicia en muchos años. Pero la política exigía que el caso se resolviera rápido y sin controversia. Todos inocentes.

*Fragmentos del capítulo El caso Paulette. Todos inocentes, del libro Justicia inútil, editorial Taurus, 2010, que escribí en coautoría con Jorge Fernández Menéndez