Bibiana Belsasso

El Popocatépetl está vivo

BAJO SOSPECHA

Bibiana Belsasso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bibiana Belsasso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El Popocatépetl está vivo y desde hace unos días se escuchan estruendos y se ve fuego. Están cimbrando las faldas del volcán y aun así la gente que vive cerca está acostumbrada a convivir, incluso han hecho fiestas y celebraciones con la creencia de que las erupciones y tira de ceniza de Don Goyo no les va a afectar.

Todo parece indicar que ya no se va a tener una erupción muy fuerte en este momento, pero sí seguirán volando cenizas y los aires podrían cambiar en cualquier momento; sin embargo, éstas ya no sólo afectarían Puebla y Tlaxcala, sino la Ciudad de México y Morelos. Pero, aun así, no nos podemos confiar.

En los últimos 30 años la actividad de este volcán ha ido desde la expulsión de ceniza hasta la expulsión de lava incandescente. Por seguridad siempre se monitorea su actividad. Desde hace años, como sucede con el Sismológico Nacional para monitorear sismos, desde el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), se revisan todos los movimientos de Don Goyo.

El tener cenizas volcánicas puede ser muy peligroso para la vida de los seres humanos y animales, como para la infraestructura. Este tipo de cenizas podrían, si no se limpian de manera correcta, colapsar el drenaje público.

Pero hemos ido aprendiendo a convivir con el Popocatépetl. Son años los que se llevan monitoreando lo que hace y cómo lo hace.

Fue en 1994 cuando se reportó el primer despertar del Popo en la era moderna, después de un largo periodo de calma. En ese año, por primera vez en los registros históricos, se presentó la evacuación de 50 mil personas, mientras que otras 30 mil tuvieron que permanecer en un refugio durante seis horas debido al aumento de su actividad.

Desde un año antes se había visto la primera gran fumarola de los últimos 70 años. La actividad siguió hasta 1996, cuando el 5 de marzo de ese año, el volcán inició un nuevo episodio de actividad con emisiones de ceniza.

Ya el 30 de junio de 1997 registró el evento más grande, con una erupción a la que le siguieron una serie de “sismos volcano-tectónicos”, según lo reportado en ese momento por las autoridades.

Poco después de las 11:00 de la noche de ese día, un tremor indicó el inicio de la erupción del Popocatépetl: una primera parte duraría 135 minutos, la otra, pocas horas después, sería de 90 minutos.

De acuerdo con los registros, la erupción generó una columna de humo de 8 kilómetros por encima del volcán, que generó la caída de ceniza, que llegó hasta la Ciudad de México.

Esto provocó que el aeropuerto de la capital mexicana tuviera que ser cerrado hasta por 12 horas, y en esa ocasión el semáforo de alerta llegó a rojo, es decir, la región tenía el máximo nivel de alerta. Así como ha estado sucediendo hace unos días en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Mantiene alerta a la población

El coloso durante su intensa actividad, registrada la madrugada del lunes.
El coloso durante su intensa actividad, registrada la madrugada del lunes.Foto: Cuartoscuro

El 13 de agosto de 1998 ocurrió el sismo volcano-tectónico más grande registrado hasta ahora, con 3.9 de magnitud y una profundidad de 11.5 km bajo el cráter. Durante todo agosto de ese año, el volcán emitió exhalaciones diarias y episodios de tremores.

Pero tuvieron que pasar tres años para que el Popocatépetl realmente se manifestara e hiciera que las miradas estuvieran fijas en su cráter, ocurrió en el año 2000, en ese momento presentó la más grande erupción, en términos de liberación de energía, por lo que hubo la orden de evacuación preventiva, con lo que 14 mil personas de varias poblaciones tuvieron que dejar sus casas.

Ésta es considerada la actividad más relevante registrada hasta este momento, desde entonces no dejó de expulsar ceniza y fragmentos incandescentes hasta una distancia de mil metros del borde del volcán.

Para el año de 2018, Don Goyo volvió a recordarnos de su presencia. En ese momento el Cenapred alertó de una gran actividad volcánica, identificando hasta 300 exhalaciones acompañadas de vapor de agua y gas en un día.

Sólo pasó un año, el 19 de marzo del 2019, cuando de nueva cuenta, el Popocatépetl hizo erupción de material incandescente, y el semáforo de alerta pasó de fase 2 a 3 en una semana, eso provocó que Protección Civil lanzara un llamado a la población cercana al volcán, para que tomara precauciones debido a la caída de ceniza y emitió una alerta: “no acercarse al cráter”.

En este 2023, su actividad está catalogada en alerta amarilla fase tres. De acuerdo con el semáforo, esta etapa se caracteriza por el crecimiento rápido de domos de grandes dimensiones y su destrucción en explosiones fuertes, así como la persistencia de fumarolas, gas y caída leve de cenizas en áreas cercanas al volcán.

El Comité Científico Asesor explicó que se trata de un fenómeno normal de los volcanes activos y no necesariamente es un indicativo del incremento de su actividad.

Especialistas indican que la erupción registrada el pasado 20 de mayo fue una “estromboliana”, la cual hace referencia al volcán Stromboli, ubicado al norte de Italia. Ésta se caracteriza por fragmentos de lava fundida que llegan a cientos de metros del cráter, pero no alcanzan una larga extensión.

El Popocatépetl, estiman especialistas, tiene una edad de alrededor de unos 730 mil años. En ese tiempo no ha habido una magna erupción, pero las autoridades siempre están monitoreando su actividad, para poder movilizar a la gente que pueda estar en riesgo y poder alertar a la ciudadanía de la caída de cenizas.

Por lo pronto, hay que estar alertas de la actividad volcánica, no confiarnos para poder prevenir cualquier eventualidad.