Si pudiéramos decir que hay un gran perdedor en las elecciones del pasado martes, durante la jornada electoral en Estados Unidos, ése es Donald Trump.
Se esperaba que el triunfo de los republicanos arrasaría, así lo habían predicho la gran mayoría de las encuestas.
Hoy, Donald Trump ya no es la única carta de los republicanos para el 2024, a pesar de que en días pasados el exmandatario estadounidense dio a conocer que el próximo 15 de noviembre dará un “gran anuncio” desde su casa en Florida, se prevé que dé a conocer sus intenciones por contender por la Casa Blanca en 2024.
Para buscar la candidatura republicana para el 2024, quien cada vez tiene mayores posibilidades es el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Ha logrado con ventaja la reelección como gobernador de Florida, incluso le dio la vuelta al bastión demócrata del condado de Miami-Dade.
Y aunque Donald Trump se quiso adjudicar la victoria de De Santis, la realidad es que el gobernador tiene una popularidad muy alta. Florida, en términos económicos, es de los estados de la Unión Americana mejor evaluado. Durante la pandemia miles de personas se mudaron a Florida, principalmente por que los impuestos que se pagan en ese estado son bastante más bajos que los que se pagan en estados demócratas, como por ejemplo, California.
DeSantis trabajó durante la campaña con una distribución de los recursos aportados a su candidatura, que incluyó un equipo con 85 personas que trabajaron sobre el terreno, tocó casi tres millones de puertas, hizo más de cuatro millones de llamadas telefónicas y comprometió a más de 120 mil voluntarios.
Además, abrió centros comunitarios dirigidos a las comunidades hispana, afroamericana y judía en todo el estado.
A diferencia de lo que ocurre en México con los recursos destinados a los partidos políticos, que administra el Instituto Nacional Electoral, (INE), las elecciones son fondeadas completamente por dinero privado, principalmente de donaciones privadas, organizaciones o comités interesados, y por último, el mismo candidato pone su parte.
Con más del 59 por ciento de los votos en Florida, DeSantis acumuló una gran suma que podría utilizar para la campaña presidencial, en caso de que busque llegar a la Casa Blanca, para ello deberá competir contra su mentor y quien lo apoyó en 2018: Donald Trump.
Donald Trump, el mayor referente republicano en las elecciones intermedias, falló, y lo que predijo como una victoria arrasadora se convirtió en una derrota contundente para él y sus candidatos, que en realidad no convencieron a los votantes, incluidos algunos que tenían contiendas en estados clave, perdieron ante los demócratas.
Ya no es la única carta de su partido
Varios de sus aliados reconocieron que los primeros resultados no cumplieron con las grandes expectativas.
A su derrota electoral hay que sumarle que el expresidente aún tiene abiertas más de una veintena de causas, tanto civiles como penales, e investigaciones por asuntos relacionados con sus negocios, por agresión a mujeres o por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Entre ellas está la investigación por posibles delitos fiscales cometidos por la Organización Trump, por la que el expresidente tuvo que acudir recientemente a declarar a la fiscalía general de Nueva York.
También está la investigación del FBI, que registró la casa del exmandatario en busca de documentos clasificados, que podría haberse llevado cuando dejó la Casa Blanca.
Según las leyes electorales de Estados Unidos, Trump, quien sólo cumplió un mandato de 4 años, podría buscar su reelección. Pero a diferencia de DeSantis, es un candidato que divide los apoyos de su partido.
Sin duda, el resultado tampoco fue el mejor para los demócratas, quienes como le he informado pierden la mayoría en la Cámara de Representantes, pero resistieron en sus bastiones y dieron muestra de una pelea, cuerpo a cuerpo, en distritos donde parecía que lo perdían todo como en Virginia, Rhode Island y New Hampshire.
El mapa político en Estados Unidos permanece dividido, porque las pequeñas victorias de ambos partidos no son suficientes para tener un verdadero control, prueba de ello son los resultados en el Senado, que el número de lugares para cada partido depende de Nevada, Arizona y Georgia.
Este último se encamina a una segunda vuelta decisiva, debido a que ni el senador demócrata Raphael Warnock ni su rival republicano, Herschel Walker, superaron el 50% de votos requerido para ganar en la primera votación. La segunda vuelta tendría lugar el 6 de diciembre y podría definir el control del Senado, como ocurrió en 2020.
Los votantes reeligieron gobernadores republicanos en Florida, Georgia y Texas. Los demócratas tienen Maryland, Massachusetts, Michigan, Minnesota, New York, Pennsylvania y Wisconsin.
Para quienes busquen impugnar estas elecciones intermedias con el argumento de “fraude electoral” será difícil. Según declaró Jen Easterly, directora de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad de EU, dijo que el organismo de control cibernético no había visto señales de interferencia en las elecciones.
Esta frase es parte de la campaña electoral utilizada por Donald Trump y sus aliados republicanos, a quienes las encuestas daban la delantera en esta contienda, pero fue una estrategia que no funcionó ahora, ni tampoco en las elecciones presidenciales de 2020, cuando la Casa Blanca le fue arrebatada por Joe Biden.
El gran triunfo en estas elecciones se lo lleva la democracia. Los estadounidenses salieron a votar en una jornada infinitamente más tranquila de la que vimos hace dos años con el asalto al Capitolio. Estados Unidos está profundamente dividido, pero ya se empieza a dar la batalla para ver quién se quedará en la Casa Blanca a partir del 2024.