Mientras millones de personas en todo el mundo están deseando vacunarse contra el Covid-19 cuanto antes, algunos de los que tienen acceso a las vacunas deciden no hacerlo pensando en efectos secundarios, e incluso creen en las falsas noticias sobre la infertilidad a causa de la inoculación.
La vacunación en Estados Unidos ha sido tan eficaz y ha ido tan rápido que ya se están vacunando en algunos estados a mayores de 16 años, e incluso son muchos turistas los que acuden a nuestro vecino país a inocularse. Pero son muchos norteamericanos los que no se quieren vacunar.
Y es que se ha hecho creer, en contra de las investigaciones serias, que vacunas como Pfizer o Moderna pueden causar infertilidad. La oferta de vacunas está empezando a acumularse en ciertos lugares de los Estados Unidos, ciertos estados ahora tienen más del 30 por ciento de las dosis enviadas aún sin usar.
Es verdad que en algunos casos, con incidencia muy baja, se han dado algunos episodios por ejemplo de trombosis, como ocurrió con la vacuna de Johnson & Johnson, ya retirada del mercado mientras se hacen más estudios. Pero hasta una simple aspirina puede tener efectos secundarios.
Esto debería de dar confianza, por 6 casos la vacuna ha sido temporalmente retirada del mercado, lo que demuestra el control minucioso que hay sobre las vacunas en Estados Unidos.
Pero las noticias falsas y campañas de desprestigio en contra de las vacunas, provocadas por los movimientos antivacunas, están en todos lados.
Por ejemplo, se difundió en redes sociales que el 97% de los varones inoculados van a quedar estériles, pero, además, si son niños pequeños, nunca van a desarrollar características sexuales secundarias
Una noticia más, falsa obviamente, indicaba que el “Jefe de Investigación de Pfizer: la vacuna Covid es esterilización femenina”, ambas provenían de los grupos antivacunas.
Todo esto es generado por movimientos antivacunas como lo ha hecho Wolfgang Wodarg, un político y médico alemán que dejó la práctica médica en 1994.
Mientras que, en 2010, este hombre estuvo detrás de los mitos de que la pandemia por la gripe porcina diciendo que era falsa y que las compañías farmacéuticas utilizaron la crisis para malgastar dinero en estrategias de vacunas ineficientes, que, dijo, expusieron a las personas a “vacunas insuficientemente probadas”.
Para diciembre pasado, Wodarg y un ex mpleado de Pfizer sugirieron que podría causar infertilidad. Incluso solicitaron a la Agencia Europea de Medicamentos, la versión europea de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, que retrasara la aprobación de la vacuna Covid-19 desarrollada por Pfizer/BioNTech.
Especularon que esta vacuna desencadena anticuerpos que combaten enfermedades contra la proteína del pico del coronavirus, que podría conllevar a una respuesta inmune contra una proteína llamada sincitina-1, la cual está involucrada en la formación de la placenta humana. Si no hay placenta no hay embarazo, lo que significa infertilidad.
Esta teoría absurda de que las vacunas de Pfizer y Moderna causaban esterilidad estuvo reforzada por la transmisión de la miniserie Utopía, cancelada después de su primera temporada, en noviembre de 2020, debido a que daba a entender que una vacuna causaba infertilidad.
Lo cierto es que, desde el punto de vista del personaje principal, el Dr. Christie, los humanos son el virus real, que exterminan a otras criaturas, y el doctor es lo suficientemente convincente como para hacer que uno de los personajes se sumara a su culto.
Buen avance en EU
Los grupos antivacunas también argumentaron que la sustancia aplicada se dirigía a las células presentes en testículos y ovarios, y que “reescribían el código genético”.
Estas especulaciones han sido desmentidas por especialistas en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Minnesota y del Hospital Infantil de Philadelphia, que asesora a la FDA, y que negaron los señalamientos.
Aseguran que “no hay evidencia de que esta pandemia haya cambiado los patrones de fertilidad”, y dicen que la FDA ha aprobado las vacunas Pfizer y Moderna para su uso en mujeres en edad fértil.
Aunque las mujeres embarazadas no se incluyeron en los ensayos de vacunas, algunas decenas de mujeres que participaron en los ensayos quedaron embarazadas. Continuaron en las pruebas sin problemas de seguridad.
Mientras que la comunidad científica indica que el ARN, de lo cual están basadas la mayoría de las vacunas anti-Covid, no reescribe el código genético, sino que en realidad “el ARN mensajero es la plantilla para generar proteínas, pero no escribe nada. El código genético ahí sigue el ARN mensajero sólo se transcribe en una o varias proteínas”.
Lo cierto es que, así como existen campañas de desprestigio contra las vacunas de Pizer y Moderna para contrarrestar los efectos de la Covid-19, existen médicos serios que buscan generar conciencia.
Y es que, si no se vacuna a la población contra el Covid-19, no se podrá controlar el contagio.
Hace un par de años, en el 2016, estos mismos grupos antivacunas empezaron a hacer campañas en contra de la vacunación del sarampión, una enfermedad erradicada en Estados Unidos y en México que empezó a resurgir.
En la década de los 50 en México el sarampión se encontraba dentro de las principales causas de morbilidad y mortalidad; antes de 1972 el promedio de casos registrados era de alrededor de 35 mil cada año.
Desde 1993 se estableció el compromiso de desterrar esta enfermedad de nuestro territorio. En el 2003 se apoyó la meta de eliminación ampliada de sarampión, rubéola y el síndrome de rubéola congénita, y así se realizaron unas campañas de vacunación intensísimas.
Si no se vacuna a la gente en todo el mundo y sólo se hace con campañas de vacunación, habrá casos de enfermedades erradicadas de regreso.
Ahora lo estamos viendo con el Covid, a mayor número de vacunados, disminuye el contagio.
Paradójicamente, ahora son los padres con mayor educación y con mayores recursos los más inclinados a no vacunar a sus hijos. A eso hay que agregar que muchas personas que fueron vacunadas hace más de cuatro décadas han ido perdiendo inmunidad. Según expertos de salud, se estima que 1 de cada 10 personas es susceptible de infectarse de sarampión.
Lo que sucede es que en los últimos años se ha venido dando la creencia de que las vacunas contra el sarampión pudieran llegar a ser dañinas. Muchos incluso las culparon del autismo de sus hijos.
Se hicieron campañas publicitarias para que los padres de familia no vacunaran a sus hijos. La realidad es que trastornos como el autismo no se detectan antes del año, que es cuando se debe aplicar la vacuna, y se responsabilizó a ésta cuando es un mito que este tipo de vacuna pueda causar este problema.
Ahora se quiere hacer lo mismo, campañas para que no se apliquen las vacunas contra el Covid-19.