Primero: Con el lema “nuevos tiempos, nuevos retos”, el PRI camina a su XXIII Asamblea Nacional que culminará el próximo 11 de diciembre, dicho instituto político enfrenta el mayor reto en su historia; ser competitivo para sobrevivir o el ocaso. Rememora Enrique Krauze, en su nuevo libro, que el electorado en 2012 le dio al PRI una segunda y última oportunidad para encarar eficazmente los viejos y nuevos problemas del país y dejar atrás su pasado, sobre todo su ADN: la corrupción. La interrogante de hoy es: ¿tendrá el PRI una tercera oportunidad?
Segundo: Hay militantes que avizoramos en esta tercera oportunidad, el sueño —quizá— el último, de que el PRI se convierta en un partido de vanguardia, abierto a los intereses de la sociedad, que recupere su identidad ideológica, que promueva la honestidad en sus gobernantes, que abandere causas sociales, que empodere a sus militantes y donde la autocrítica interna sea la mayor fortaleza, un partido que comprenda en la historia su papel de partido opositor y señale puntualmente los errores de un Gobierno que empobrece más a la sociedad según datos del Inegi y del Coneval.
Tercero: Dentro del PRI algunos militantes pensamos que la actitud de la dirigencia nacional ha sido suave y ambigua frente a los errores del Gobierno, a diferencia de lo dura y constante crítica que hace el señor Presidente al pasado, sin darnos cuenta que ese pasado fue parte de nosotros. Por otro lado, también están los militantes que piensan que tampoco hay por qué pelearse con el poder (los menos), añorando la “dictadura perfecta” que delineó Vargas Llosa y desoyendo la “sana distancia” de Zedillo; sin darnos cuenta que esta dicotomía sirve más al Presidente y a su proyecto.
Cuarto: Hay quienes piensan que esta tercera oportunidad para el PRI, sólo está al interior de una gran alianza electoral opositora para derrotar al partido en el poder, tengo mis reservas; mientras el PRI —insisto— no recupere su identidad ideológica no sabrá a dónde ir, y mientras la sociedad no encuentre en el PRI, lo que le urge encontrar, un partido —opositor— capaz de frenar la destrucción de la democracia, la libertad de expresión y de las instituciones, que el mismo PRI edificó, la mezcla ideológica no siempre funciona.
Quinto: Soy un militante de la generación X, que avizoró en el PRI, al igual que muchos jóvenes, la oportunidad de participar en política y servir a nuestra sociedad en un sistema democrático de partidos, consciente de las aportaciones que ha hecho a la nación, pero más consciente de las deudas, como lo refería Luis Donaldo. Es sano para el PRI, que los próceres vivan su “espacio y su tiempo” y den paso a las nuevas generaciones, sin atisbar tampoco una monarquía dentro del PRI.