Un jurado (integrado por los escritores: Fernanda Melchor, Julian Herbert y Alaíde Ventura; Andrés Ramírez, editor de Penguin Random House; Francisco Goñi, de Librerías Gandhi) decidió que Amor al prójimo, de Gabriela Enríquez, era acreedora del Premio Mauricio Achar/Random House 2023 por ser “una novela que retrata la vulnerabilidad en torno a las pérdidas, ausencias y resiliencia frente a la desgracia que atraviesa el cuerpo. Una obra con un estilo depurado y precisión para construir sus personajes y la intriga que los ata”.
La idea de ‘amor al prójimo’ se sustenta como dogma fundamental del cristianismo que comprende la empatía por otro ser humano sin importar su condición, en la práctica del respeto, misericordia, generosidad, filantropía y amistad fraterna. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo, 22:39). / Gabriela Enriquez presenta una misa íntima: rogativa que es un viaje en busca del alma. Mapa donde la emancipación está cercada por aciagas circunstancias: Teresa y su hermana van a parar a un orfanato en la infancia; la madre de ambas fue obligada a contraer matrimonio a los 13 años con un hombre mayor en una ceremonia nocturna sin testigos. Una indigna tía paterna, Amelia, es monja clandestina. Teresa y la hermana se entregan al mismo hombre en la espera del amor.
Exploración en la relación íntima entre dos hermanas en los bordes de una luz sombría, el abandono paterno y los índices del deseo asediados por el desconsuelo y la intimidación desde una prosa transparente y, asimismo, turbadora que alinea confabulaciones y gestos de personajes entrañables embozados por desventuras y miserias. Rencores y violencias dilucidados en un discurso narrativo de matices diversos que entrecruza las perspectivas de las voces narrativas (yo-tú /él-nosotros). Febril recitación donde la protagonista dialoga sin obtener respuesta de la hermana en estado de coma. Propósito de recuperar el pasado y peregrinar por una reflexión de lo que fue su vida hasta encontrar de alguna manera una redención.
“En esta novela me enfrenté a mí misma, mediante la escritura descubrí muchas franjas oscuras de episodios íntimos en mi contexto y vida familiar. Me arriesgué, no tuve reparo en llevar la historia a oscuros abismos. Escribir es un viaje que nos traslada a profundidades en que descubrimos esos frisos a veces terribles que están rondando dentro de nosotros. Trabajé durante muchos años esta historia, puse el alma en ella, los recursos literarios me ayudaron a llevar a los espacios de la ficción todo lo que me inquietaba”, me dijo Gabriela Enríquez en una conversación telefónica.
Narración que escarba en las emboscadas afectivas familiares donde se trata de tropezar con la verdad en un entramado de fruiciones y también de fraternidades. ¿Qué aprendemos de las relaciones con nuestros padres? Enríquez nos conmina a reflexionar en torno a las sombrías y perturbadoras circunstancias de las relaciones filiales y de la complejidad de las relaciones sentimentales entre un hombre y una mujer. / ¿Hasta qué punto podemos librarnos de una condena familiar? “Es extraño cómo dimensionamos el tiempo”, dice la protagonista de esta historia de recuerdos remotos y abandonos premeditados.