Carlos Olivares Baró

La carne de los ángeles

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró
Carlos Olivares Baró
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La palabra ángel proviene del latín angelus, que a su vez deriva del griego: ángelos: mensajero. En la Biblia abarca las designaciones de ‘poderoso’ y de ‘Dios’ (Libro de los Salmos). / Ser sobrenatural que se encuentra en varios catálogos mitológicos y religiosos. Seres celestiales benevolentes —según las creencias abrahámicas—, que actúan como intermediarios entre Dios y los seres humanos. / Ángel de la guarda (catolicismo): custodio asignado por el Señor a cada persona para protegerla. Ángel caído: expulsado del cielo por rebelarse contra Dios. /Ángeles más conocidos del cristianismo: San Gabriel, San Rafael y San Miguel.

La carne de los ángeles (Vaso Roto, 2009), de Alda Merini (Milán, Italia, 1931-2009): la estampa del ángel como alegoría de lo santificado y lo carnal, conjunción no alejada de dolor y desgarro: alma y cuerpo inquieren: espíritu deseoso, cómplice de la carne. Cuaderno que cierra la trilogía completada por Cuerpo de amor y Magnificat. La autora de La tierra santa insistiendo en que “lo sacro y lo profano no son dos formas opuesta de vivir, sino dos caudales revueltos en un torrente que se eleva”.

“Se dice que la creación del Paraíso es la fábula de un amor ignoto que de pronto desata sus alas desde la corteza terrestre y que, al enfriarse la tierra, más allá de las creencias bíblicas, nacen los primeros vuelos de los ángeles”, inicio de este iluminado cuaderno traducido con empeño del italiano por Jeannette L. Clariond. Borrasca seductora que acecha la atardecida en la violencia de la torva: veo ángeles escalar la oquedad de los retornos: vienen humedecidos por la zozobra aletargada, por la sospecha de la luz ausente. Advierto ángeles descendiendo en busca del insomnio: tienen alas labradas, saben el misterio de los vientos del otoño. Ángeles en el delgado silencio del recelo.

“Así el ángel que se hace demonio, / el demonio que se hace ángel, / el oscuro mal, / el miedo al mal / se convierten en infierno vivo de la mente. / Y entonces se siente el latido divino / de un renacer que ya no es posible, / y sobre estas riberas del canto / tal vez nace la expansión de una lengua /ángel que nadie conoce, / y de la cual nadie hablará jamás. / En cambio la poesía es distancia / entre cuerpo y cuerpo, / en cambio la poesía es amor”. Ángeles sin pausa pisando el oleaje, carcomiendo las aguas de Heráclito en la brevedad de un gesto que transita por la obediencia del esplendor: somos criaturas dueñas de la sinuosidad y de la redondez del deseo. “Nadie sabe que la primera gota / caída de las rodillas de Dios / tenía forma de ángel”. El lamento del aire es el clamo de un ángel. Todos los enigmas y todas las claridades son remansos de los ángeles. Meandro rebosado. Flujo.

“La palabra entró en el corazón de Adán y / despertó los elementos. / Adán era como la primavera. Sin importar / dónde hablara o dónde pusiera su mirada, Adán creaba. / Y no era por tanto necesaria la presencia de / Eva como concubina sino para endulzar el / lenguaje de Adán y transformarlo en poesía”. Abre los labios el ángel y un afluente brota en los recodos de las plazas: cuerpo verbal que palpita: mudanza: manifestación imborrable: La carne de los ángeles.

La carne de los ángeles
La carne de los ángeles
La carne de los ángeles
  • Autor: Alda Merini
  • Género: Poesía
  • Editorial: Vaso Roto