Carlos Olivares Baró

Copland, Prokófiev y Stravinsky

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Olivares Baró 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Tengo sobre la mesa tres fonogramas, los cuales registran composiciones de músicos notables: El Salón México, del estadounidense Aaron Copland (1900-1990); La consagración de la primavera, del ruso-francés-estadounidense Igor Stravinsky (1882 - 1971); y Tercer concierto para piano y orquesta, del ruso Sergei Prokófiev (1891-1953). Prontuario musical imprescindible, el cual quiero compartir con los dos o tres lectores de esta columna.

El Salón México: justas proporciones de motivos melódicos/rítmicos, desde citas de “El palo verde”, “La Jesusita” o “El Mosco” de la tradición musical mexicana. Más que una recreación burda de motivos melódico-rítmicos aztecas, el compositor neoyorquino sintetizó, con “voluntad neoclásica”, el vigor de una cultura de matices múltiples.

“Me atrae la música mexicana: me inquieta el hálito de su acústica. ‘El Salón México’ es resultado de mi admiración por ese México profundo que me conmueve. No quise citar irreflexivamente canciones populares, intenté disponer un dialogo instrumental de espiritualismo latente”, declaró el autor de Appalachian Spring, tras el estreno de la pieza en el Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México (agosto, 1937).

Jaculatorias briosas de las referencias de la tradición musical mexicana. Sección percutiva en reverberante soplo armónico-rítmico. El coloquio que sostiene el violín principal con los alientos de maderas: uno de los más hermosos minutos de las partituras de Copland.

Concierto para piano y orquesta No. 3 en do mayor (“Andante – Allegro”, “Tema con variazioni”, “Allegro ma non troppo”). Prokófiev compuso cinco conciertos para piano y orquesta: muestrario de asombrosa técnica. Articulación de inspiraciones percutivas con talantes líricos propios del pianoforte. Para la crítica especializada: Tercer Concierto de Prokófiev, el más redondo y el más clásicamente equilibrado”. Acotemos, el de mayor popularidad y elogios de melómanos y críticos.

Concordias de estridencias. Habilidad imaginativa de un músico que propuso una partitura con pasajes líricos ajustados con discordancias borrascosas en pos de una “discusión” (así le llamo Prokófiev) entre solista y orquesta (papel activo y retador más que mero acompañante).

“Andante – Allegro”: solo de clarinete en propuesta de una dilación melódica que la orquesta extiende hasta la entrada del piano: rompimiento del lirismo en hermoso estallido de cadencia excesiva y sublimada armonía. Andantes impetuosos: retomo del tema inicial. Coda inquietante y virtuosa del piano.

“Tema e variazioni”: desplazamientos por modulaciones y escalas, las cuales el piano superpone al motivo principal. Paso vertiginoso de la orquesta y piano en largos atajos. Disposiciones disonantes propias del jazz. Notas descendentes del solista en coloquio con la orquesta. Modulaciones fragmentadas. Orquesta que retoma el leitmotiv. Andante en concluyente unidad armónica del piano.

“Allegro ma non troppo”: querella entre solista y orquesta (según el mismo Prokófiev). Tema principal edificado por fagotes y cuerdas en pizzicato. Piano en arenga bitonal que se enfrenta a la propuesta de las cuerdas. Atavíos deslumbrantes del piano: arpegios de notas al unísono con otros instrumentos. Fortissimo y dramático final.

La consagración de la primavera (escenas de la Rusia pagana): I. La adoración de la tierra, II. El sacrificio. / Teatro Champs-Élysée, Paris. Mayo 29 de 1913: uno de los más grandes escándalos de la historia de la música, ante la presentación de compases bárbaros, feroces y arcanos complementados con concordias bitonales plagadas de discordancias: Stravinski en una licitación que da un vuelco radical a la música.

Parajes tortuosos de dos segmentos (“Adoración de la tierra” y “El sacrificio”): efectos percutivos provocadores y violentos (ausencia de sonoridad expresiva) complementados con líneas melódicas superpuestas en mixtura de sonidos fiel a la ruptura stravinskiana.

“Augurios primaverales”, “Juegos de las tribus rivales”, “Danza de la tierra”, “El sacrificio”, “Círculos misteriosos de las adolescentes” y “Danza sagrada”: configuración de un torbellino orquestal de rugoso y mordaz estipulación armónico-rítmico.

Presencia (interludio de la segunda parte) de progresiones que fueron determinantes, años después, en Ravel (Bolero, 1928). “Stravinski es el mecanismo convertido en música”, escribió Deems Taylor, crítico musical del influyente rotativo New York World. Las glosas instrumentales que son confirmación de los valores futuristas de una composición que, a más de cien años de su primera muestra, no deja indiferente a nadie.

Concierto para piano y orquesta No. 3 / Prokófiev
Concierto para piano y orquesta No. 3 / Prokófiev
Concierto para piano y orquesta No. 3 / Prokófiev
  • Artista: Orquesta Sinfónica de Londres
  • Género: Orquestal
  • Sello: Naxos