Dos Centenarios: Calvino y Fellove

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Leo Las dos mitades del vizconde, de Italo Calvino (Santiago de Las Vegas, La Habana, 15 de octubre, 1923-Siena, 19 de septiembre de 1985), y escucho El Gran Fellove, de Francisco Fellove y Valdés (La Habana, Cuba, 7 de octubre, 1923-Ciudad de México, 15 de febrero, 2013). Dos creadores —uno, escritor; el otro, bailarín, compositor y cantante—, quienes por estos días arriban al Centenario de sus natalicios. Nacieron en La Habana: Fellove, en el popular barrio rumbero de Colón; Calvino, en una estación experimental botánica dirigida por sus padres italianos, que emigraron a Cuba en 1917.

Leí a Calvino en mi juventud habanera por recomendación del escritor Antón Arrufat. Todavía tengo la edición cubana de la Colección Cocuyo del Instituto del Libro del año 1968. Me sumerjo en sus páginas amarillentas escoltadas por mis inquietos subrayados y la nostalgia, esa “hija compasiva de la memoria”, según Rafael Pérez Gay, me transporta a sitios cordiales: tiempo que me abrasa con clemencia. 

Así celebro los cien años de un autor de libros axiomáticos en mi formación literaria, en mi vida: El sendero de los nidos de araña, Los amores difíciles, Por último, el cuervo, Las ciudades invisibles, Bajo el sol del jaguar, El camino de San Giovanni, La gran bonanza de Las Antillas, El barón rampante, El castillo de los destinos cruzados, Si una noche de invierno un viajero, Seis propuestas para el próximo milenio, Por qué leer los clásicos...: fábulas, ensayos y narraciones que nacen de ejercicios de la memoria con incidencias en el presente.  

Me detengo en Las dos mitades del vizconde, el libro de Calvino más entrañable para mí. Fábula realista que hace una alegoría de aciagas circunstancias del hombre moderno en un tempo impreciso y mágico. Esta historia del extravagante guerrero que ha sido partido en dos: cada mitad encarna el Bien y el Mal, respectivamente, refiere simbolizaciones de la dualidad de la conducta humana. Relato de aventura trazado en un desbordado imaginario entretejido con una ironía en las franjas de lo satírico y lo sarcástico. 

Bailo con El Gran Fellove (Vintage Music/Orfeon, 1998), una de las reediciones del álbum grabado por Fellove en Cuba (fecha imprecisa) con el Grupo Habana, dirigido por el trompetista Tony Taño, y arreglos del tresero Niño Rivera. “Mango Mangüé” (Francisco Fellove), “El Jamaiquino” (Niño Rivera), “La fiesta no es para feo” (Walfrido Guevara), “Rey Negro” (Jorge Mazón), “Dos caminos” (Francisco Fellove), “Mami y Papi” (Francisco Fellove), “Quimbombó con salsa” (Narciso Valdés Iglesias), “Jóvenes y viejos” (Niño Rivera), “Decídete mi amor” (José Antonio Méndez), “Una aventura” (Chiquita Méndez). 

Bailarín, compositor y vocalista que tuvo contacto desde niño con los fragores del guaguancó, el son y la guaracha, codeándose con los grandes músicos de los años 50 en Cuba. Creador de la célebre guaracha-pregón “Mango Mangüe” que Miguelito Valdés llevó al Palladium de Nueva York, Celia Cruz interpretó con la Sonora Matancera y Johnny Pacheco incluyó en el repertorio de la Fania. Fellove, un designio, un eco en todos los estribillos de la música bailable cubana: no, un acaso. Si no hubiera nacido, teníamos la obligación de crearlo.

Las dos mitades del vizconde
Las dos mitades del vizcondeFoto: Especial

Las dos mitades del vizconde

  • Autor: Ítalo Calvino
  • Género: Novela
  • Editorial: Futuro