Dos compositores románticos: Brahms y Rajmáninov

Quiero compartir con mis tres o cuatro generosos lectores de estas Claves sabatinas, el programa íntimo que seleccioné para recibir el otoño. Dos músicos del siglo XIX-XX: Johannes Brahms (1833 – 1897) y Sergei Rajmáninov (1873 – 1943). Concierto para piano y orquesta No. 2 en Si bemol Mayor, Op. 83 (Allegro non troppo, Allegro apassionato, Andante, Allegretto grazioso), del alemán Johannes Brahms; y Danzas sinfónicas, Op. 45 (Non allegro, Tempo di valse, Lento assai- Allegro vivace), del ruso Sergei Rajmáninov. Par de obras significativas y polémicas del espacio romántico de la música de concierto occidental.

I

Entro en las consonancias de Concierto para piano y orquesta No. 2, del autor de la Obertura Trágica, que ha despertado múltiples y encontrados comentarios; y Danzas Sinfónicas, de uno de los pianistas más acreditados del siglo pasado, las cuales han estado sujetas al juicio de algunos detractores. Hoy, nadie niega las improntas y valores de ambas alocuciones orquestales.

El pianista chino-polaco-estadounidense Misha Dichter, asume la pieza de Brahms con orgánico y facundo equilibrio en ostentaciones de clústeres de acusada técnica. La belleza melódica del Allegro apassionato y la ternura punzante del Andante son atendidos por el tecladista con labres clásicos de intensa sonoridad en cómplice diálogo con la sección de viento. Allegretto gracioso, dispuesto con hilvanes de rondó que el concertino deletrea con cadenciosas digitaciones, las cuales propician frondosos pasajes en junturas con las cuerdas y esbozos apacibles de la flauta.

Concierto para piano de inclinada traza sinfónica que “el más clásico de los compositores románticos” --evidentes influjos de Haydn, Mozart y Beethoven--, diseñó desde rigurosa técnica pianística y conmutaciones progresivas sobrepuestas a la estructura tradicional. Nostalgia (Allegro apassionato) de expresiva configuración y colores clásicos que remiten por momentos a Schumann y Mendelssohn. “Clasicismo romántico” que las cuerdas suscriben bajo perfiles apremiantes de los instrumentos de viento. Brahms, orquestador de indiscutible pureza: el poderío hondamente explícito de sus diseños melódicos cautiva por su delicada y desconsolada euritmia.

II

Segundo tiempo dedicado al compositor, pianista y director Sergei Rajmáninov con la adaptación orquestal de Danzas Sinfónicas, que el autor de La isla de los muertos concibió inicialmente en versión para dos pianos. Mudanza para orquesta, dada a conocer en 1941 por la Orquesta de Filadelfia.

Empieza el agasajo con Non allegro grandilocuente arenga de guiño festivo y uso del saxofón alto. Tempo di valse signado por incitantes pizzicatos de las cuerdas articulados con serpenteos de vals; sublime solo del primer violín e instigadores retumbos de los metales. Citas de Cantos litúrgicos rusos y recurrencias del Dies irae (Dios de la ira): himno latino del siglo XIII, tema que fascinaba al autor de la célebre Rapsodia sobre un tema de Paganini.

Lento Assai-Allegro vivace: preámbulo acompasado y vuelta a los atajos armoniosos del primer movimiento: brioso y arrojado allegro vivace de desenlace enérgico y excesivo: divergencia textual que la orquesta enuncia con afanoso trabajo concertino. Tenues líneas jazzísticas que vislumbran a un Rajmáninov más allá de las manifestaciones románticas.

Epílogo

He compartido con mis tres o cuatro fieles lectores, un programa de procesión acuciante bajo los acentos contagiosos y cordiales de un primer viernes otoñal pandémico arropado de extraordinarios cruces románticos. Brahms y Rajmáninov por la “órbita insomne de giros movidos por el pulso de nuestro propio ardor”, leo a la poeta española Clara Janés.