Ecos de violín

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El poeta, narrador y periodista Agustín Labrada (Holguín, Cuba, 1964) acaba de lanzar ¿No oyes el violín? (Vértice, 2024): antología de estrofas tomadas de “cinco libros fundamentales y nuevos poemas”. La soledad se hizo relámpago, Viajero de asombro, La vasta lejanía, El tesoro en la mirada, Saxofoneando y Otros poemas. Sumario de cenizas, ritos, secretos, jardines, asombros, alucinaciones, brisas, naufragios, muros, brújulas, despojos, deudas, lluvias, efigies, fotografías... “El tiempo es una gaviota / que inventa el nuevo recuerdo, /vacío donde me pierdo / al cielo o a la derrota”, suscribe Labrada.

“En esta antología aparecen poemas de carácter intimista, donde se abordan asuntos relacionados con el amor, la familia, la infancia, la adolescencia, los recuerdos, el paisaje ligado a los mundos interiores, la muerte, la soledad, el deseo, el viaje…; no se incluyen textos circunstanciales vinculados a la historia o a la política ni a lugares demasiados específicos. Me interesaba dar a conocer textos atemporales enmarcados en la sublimidad”, comentó en entrevista con La Razón, Agustín Labrada.

¿Bitácora de emociones y sigilos íntimos? Unidad en la mirada en torno a sentimientos y visiones íntimas, y en el uso de un lenguaje lírico; pero, a través de estructuras heterogéneas. La vasta lejanía y La soledad se hizo relámpago están escritos en versos libres; Viajero del asombro, en décimas; Saxofoneando, en tankas (de origen japonés); y en El tesoro en la mirada aparecen romances, sonetos, canciones. Formalidades sustentadas en el aliento de cada poema.

¿Apelación a la memoria? Intento llenar muchas ausencias con palabras, de ahí la exploración en la memoria, que no es la realidad de lo vivido, sino un destello ardiente de circunstancias que me fueron marcando a través de los años. Todo esto lleva música. Si el poema no es musical, está fallido por más reflexiones, aportes lingüísticos o imágenes que en él se configuren. La palabra poética alivia las angustias, nos sirve de consuelo y acoge la belleza. Un orbe que no tenga belleza es un campo desnudo.

¿Antología que es una muestra íntegra de su afanoso trabajo lírico? He querido exhibir disímiles momentos de mi quehacer literario ante personas que leen poesía y ver lo que perdura tras el paso de las modas y el tiempo. Confrontar lo escrito con esa clase de lectores, aunque esté en peligro de extinción, oxigena. Uno escribe primero como en una especie de desfogue emocional y después, cuando ese desahogo adquiere algún valor estético, decide publicarlo. Eso hago con ¿No oyes el violín?: compartir estas confesiones líricamente desgarradas.

¿Ecos de un violín arrendado al tiempo y sus asombros? “¿No oyes el violín?” figura en mi primer libro. Tal vez por su sonoridad y el entramado dramático que lo compone gustó a mucha gente en Cuba a finales de los años ochenta. Digamos que se volvió mi poema emblemático. Ese verso tiene mucha carga simbólica, diferentes connotaciones semánticas: a algunos lectores les llega más por la emoción que por el argumento. Al editor de esta antología le parece que en esa imagen se unifica mi poética y abre cauces para explorar los submundos que pueblan estas páginas de dolores y sueños.

¿No oyes el violín?
¿No oyes el violín? ı Foto: Especial

¿No oyes el violín?

  • Autor: Agustín Labrada
  • Género: Poesía
  • Editorial: Vértice, 2024