El golpe militar, Guillermina, Neruda y Gonzalo Rojas

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Once de septiembre, 50 años del Golpe de Estado en Chile: acción de la Armada, Fuerza Aérea, Cuerpo de Carabineros y el Ejército para deponer a Salvador Allende y al gobierno de la Unidad Popular. Tropas castrenses y aeronaves atacaron el Palacio de La Moneda: Allende se suicida, mientras los soldados ingresan al recinto gubernamental. Doce días después —23 de septiembre, 1973— moría el poeta Pablo Neruda. Recuerdo, en Cuba recibimos a cientos de jóvenes exiliados que se incorporaban a estudiar en la Universidad de La Habana donde yo era alumno.

Los cubanos establecimos complicidad con los chilenos. Tuve una novia que venía de Santiago con sus padres huyendo de la asonada, atrás dejaba a un hermano secuestrado por la milicia golpista: Guillermina Santos tiene 20 años, los ojos negros y teje su cabellera azabache con una trenza que le cuelga hasta la cintura. Estudiaba medicina, leíamos juntos en las tardes nubladas de octubre, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Entonábamos, mientras nos besábamos en el Malecón: “Yo pisaré las calles nuevamente / De lo que fue Santiago ensangrentada /Y en una hermosa plaza liberada / Me detendré a llorar por los ausentes”, canción de Pablo Milanés. Guillermina lloraba calmosa por el hermano desaparecido.

Descubro “¿Dónde estará la Guillermina?”, de Neruda, se lo recitaba en la amanecida y en el crepúsculo: “Entonces entró la Guillermina / con dos relámpagos azules / que me atravesaron el pelo / y me clavaron como espada contra los muros del invierno”. Ahora, después de cinco décadas me hago la misma pregunta: ¿Dónde estará la Guillermina?: “Han pasado lentos los años/ pisando como paquidermos / ladrando como zorros locos, /han pasado impuros los años /[...] /Mi corazón ha caminado con intransferibles zapatos, / y he digerido las espinas: no tuve tregua donde estuve: / donde yo pegué me pegaron, /donde me mataron caí / y resucité con frescura, / y luego y luego y luego / es tan largo

contar las cosas”.

Gonzalo Rojas (Lebu, 1917-Santiago de Chile, 2011), el poeta preferido de Guillermina. Lo diviso montado en un caballo mojado de llovizna / viene en su casa de aire y en su silencio gozoso de acordes / en los huecos del cielo y en “todo el hueco del mar” a la intemperie. Siempre en los matorrales del tropel. Siempre niño escribiendo mucho “poco y mal.” Cohabitando en hosterías oscuras con Catulo. Conversando con Breton y emborrachándose con su compinche Pablo de Rokha en una taberna lóbrega del Báltico con la liturgia como única recompensa

en los ojos.

Veo a Gonzalo esperando a su padre bajo la torva. Su padre huele a metal. El minero Juan Antonio Rojas viene desafiando los relámpagos del temporal. Excavador de manos afanosas, barba cerrada, ojos atentos y cantos en los bordes de los labios. / Alguien toca una cueca y la tonada se extiende por el vientre del chaparrón. Gonzalo baila, trae una botella de vino tinto. Trompe, bombo, trutruca, acordeón, charango, arpa de sirgas atiesadas y zampoña de voz punzante. El amor es un asma. En Lebu un ardor desplaza el polvo del tizón. Estoy llorando frente a “Carbón”. No tengo nada que añadir. Vine a vivir en este mundo. ¿Dónde estará la Guillermina?

Poesía Completa
Poesía CompletaFoto: Especial

Poesía Completa

  • Autor: Neruda
  • Editorial: Seix Barral