Música clásica por el Día de Reyes

LAS CLAVES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Mi primo Agripino Baró, estudiaba música en el Conservatorio de Guantánamo: todas las mañanas practicaba con un fagot y un piano diferentes pasajes melodiosos que se me quedaron en la memoria. Yo era un niño de 6 años, todavía los ecos de los Nocturnos, de Chopin, el movimiento inicial del Concierto de Piano No. 1, de Tchaikovsky; muchos pasajes de Schubert siguen bramando en mi cabeza: veo a mi primo revisando las partituras y soplando por la espiga del fagot: instrumento que siempre me ha producido sorpresa y curiosidad.

El fagot forma parte de la sección de viento madera de una orquesta, provisto de lengüeta doble, está formado por un tubo ligeramente cónico doblado sobre sí mismo con una longitud de un metro y medio; en total, toda la caña mide dos metros y medio. Evoco a mi primo con ese bambú a cuesta por donde brotaban sonidos que despertaron el desbordado entusiasmo musical que no cesa en mí.

Refiero todo eso porque Agripino dirigía un concierto el Día de Reyes para todos los niños del barrio: venía con los amigos de la Academia y tocaba, para toda la familia y los muchachos vecinos, música clásica. / Ayer rendí tributo a los Reyes Magos escuchando la marcha de Sergei Prokófiev, El amor por tres naranjas; selecciones de El diluvio de Noé de Benjamin Britten; fragmentos de Fiestas romanas de Ottorino Respighi, y El carnaval de los animales. Gran fantasía zoológica, de Camile Saint-Saëns.

Marcha del ruso Prokófiev: veo al León contoneándose al compás de las concordias, Rey absoluto de la jungla. Volver a la infancia: permanecer en ella. Después prosigo con el Arca de Noé, de Britten: bemoles de la ópera basada en una leyenda de la localidad de Chester, noroeste de Inglaterra: Dios aparece y le dice a Noé que debe construir un arca para salvarse con su familia del diluvio que se acerca. Trompetas en fanfarria. Himnos religiosos (“Lord Jesús”, “Eternal Father”, “Strong to Save” ...) modulados por un orfeón de niños.

Crecen las aguas y un tapiz de lluvia melódica dibuja una gaviota que encuentra tierra firme y los animales bajan de la embarcación. Sugestiva composición del autor de Sinfonía simple. Y me sumerjo en la sonoridad del italiano Respighi en colorido exuberante que complementa la historia de Los músicos de Bremen en argumento tomado de los hermanos Grimm. Fiestas romanas de esplendores orquestales que Respighi aprendió de su maestro, el ruso Rimski-Korsakov (Scheherazade).

Corto con la vecina la rosca: en el pedazo que me toca no estaba el niño Dios, me libro de los tamales. Invito a su hijo de 8 años a escuchar conmigo El carnaval de los animales, de Saint-Saëns. Gran fantasía zoológica que da primicia a la marcha del león secundada por violines que avisan el paseo de gallos y gallinas. Los pianos sortean los pasos de los hemiones (équidos entre caballos y asnos). Tortugas que bailan un rápido, vivaz y sensual can-can. Peces flotando en acuosa melodía chopiniana; el cucú del bosque cortejado de fascinante eco impresionista; alientos y maderas: pájaros; pianistas en clústeres que siguen los sinuosos brincos de los conejos; fósiles en macabra danza protagonizada por las violas; cisne en majestuosos pasos por las ondas apacibles del lago melódico de Saint-Saëns. 

El carnaval de los animales /Saint-Saëns
El carnaval de los animales /Saint-SaënsEspecial

El carnaval de los animales /Saint-Saëns

  • Artista: Orquesta Filarmónica de Alemania
  • Género: Orquestal
  • Sello: Marier