Carlos Olivares Baró

Narradores para el verano: Arenas, Auster, Cabrera Infante, Roth

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Olivares Baró
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Agosto se asoma, la algarabía del calor se derrama sobre las intersecciones de la vendimia. Una muchacha vecina estudiante de letras, me pide que le recomiende libros de literatura cubana. Le digo que lea la poesía de Martí, Guillén, Gastón Baquero, Eliseo Diego, Fina García Marruz. Interpela: “¿Y Lezama Lima? El profesor de retórica habla mucho de él”. La miro, sonrío: “No te recomiendo al autor de Paradiso para leerlo en agosto. Te puedes sentir ahogada en la fronda de su selvática prosa. Lezama es para el invierno”.

“¿Y tú, qué estás viendo?”. Le informo de mis ‘lecturas obligadas’ para escribir las reseñas del periódico y de las entrevistas pendientes con escritores, amén de ‘lecturas secretas’. Recuerdo que la primera vez que vio mis dos habitaciones repletas de volúmenes, exclamó: “¿Y te has leído todos estos libros?”: “No, los tengo de adorno”, le alegué con cierta ironía.

Estuvo varias semanas sin hablarme, hasta que necesitó mi asesoría para una tarea que le dejaron en la Universidad del Modernismo Hispanoamericano. Le presté —bajo juramento de Hai Excomunión en caso de no regresármelos— los manuales clásicos de autores que estudian el tema: Max Enrique Ureña, Arqueles Vela, Gutiérrez Girardot, y la antología de José Emilio Pacheco de los poetas modernistas mexicanos. “Ves, los tengo de ornamento, pero sé para qué sirven”. Soltó una sonrisa, me dijo que la disculpara por su tonto interrogatorio.

Los libros: esos objetos entrañables habitados por sueños errabundos, músicas, nieblas de rizadas lascas y fortunas incalculables. Colofón de julio, me detengo en la relectura de Celestino antes del alba, de Reinaldo Arenas (1943-1990), La invención de la soledad, de Paul Auster (1947), Delito por bailar el chachachá, de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), y El animal moribundo, de Philip Roth (1933-2018).

La madre, el monte y el abuelo con el hacha derribando los árboles donde un niño ha tatuado versos (Arenas); ajuste de cuentas en que el hijo reconstruye al padre (Auster); un espejo dialéctico donde el tiempo se ramifica en la geografía del amor escoltado por la música (Cabrera Infante); confesiones de las experiencias sentimentales de un anciano con una joven de 30 años (Roth).

Reinaldo Arenas: “¡Pobre Celestino! Escribiendo. Escribiendo sin cesar, hasta en los respaldos de las libretas donde el abuelo anota las fechas en que salieron preñadas las vacas. En las hojas de maguey y hasta en los lomos de las yaguas, que los caballos no llegaron a tiempo para comérselas”.

Paul Auster: “La muerte despoja al hombre de su alma. En vida, un hombre y su cuerpo son sinónimos; en la muerte, una cosa es el hombre y otra su cuerpo. / Ahora hablamos de dos cosas en lugar de una, dando por hecho que el hombre sigue existiendo, pero sólo como idea, como un grupo de imágenes y recuerdos”.

Guillermo Cabrera Infante: “La literatura repetitiva trata de resolver la contradicción entre progresión y regresión al repetir la narración más de una vez. Se trata de un juego de narraciones que quiere superar la contradicción entre realidad y ficción”.

Philip Roth: “El sexo desordena nuestras vidas normalmente ordenadas. /Es preciso distinguir entre el morir y la muerte. El morir es invisible/ Ser viejo significa que has sido”.  

Celestino antes del alba
Celestino antes del alba
Celestino antes del alba
  • Autor: Reinaldo Arenas
  • Género: Novela
  • Editorial: Tusquets