Carlos Olivares Baró

Las seducciones de Francisco Hernández

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Olivares Baró
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1946), ganador del primer Premio Internacional Rubén Bonifaz Nuño 2022: certamen convocado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, en coordinación con Rectoría y la Coordinación de Humanidades. El jurado —Beatriz Espejo, Evodio Escalante, Silvia Molina, Juan Villoro, Vicente Quirarte, Marco Antonio Campos y Bernardo Ruiz— suscribe que concedió el galardón al autor de Gritar es cosa de mudo por ser “una de las voces esenciales de la poesía latinoamericana”.

Moneda de tres caras (Premio Villaurrutia, 1994), donde Hernández tributa al músico Robert Schumann y a los poetas Friedrich Hölderlin y George Trakl, constituye uno de los cuadernos más seductores de la poesía hispanoamericana contemporánea. Poeta versátil en la exploración de temas que transitan por evocaciones sensoriales untadas de inquietantes ironías en rutas por la nostalgia y la orfandad: “De una calabaza negra / sale el insomnio // es la parte nocturna de la soledad”. En grado de tentativa. Poesía Reunida (Vol. I y Vol. II), fue publicado en 2016 por Almadía/FCE.

Regreso a tres libros de Francisco Hernández: Diario sin fechas de Charles B. Waite (2013), Mal de Graves (2013), Odioso caballo (2016): tres volúmenes que han estado conmigo en episodios de ascendentes dolores y también en pascuas jubilosas. Tres momentos cruciales de la lírica hispana. Convido a los cuatro o cinco lectores fieles de estas Claves que se acerquen a sus turbadoras cifras verbales.

Diario sin fechas de Charles B. Waite: Waite peregrina por México en “El campo cegador con polvo alado”, encuadra una realidad con su cámara Hansen: el sueño es un enigma suscrito por el enfoque de los presentimientos de la luz. “Las indias, sobre todo las jóvenes, / sonríen con una larga sonrisa de horizonte”: se acuestan sobre los filos de la luminosidad y de su “vientre floreado” nace el mundo otra vez: “El silencio se pone de perfil. / El viento se coloca de espaldas. / Entre sales de plata / llega el disparo”. Erotismo agrietado. Los respiros dormitan: somnolencia de la niña que pulveriza el maíz en la instantánea extendida sobre el silencio.

Mal de Graves: cuando insinuamos, instituimos trazas: apariencias que son porque las distinguimos. Una de las mayores turbaciones del hombre, perder la vista. Especulaciones: follajes no exentos de enigmáticos celajes. Escalas hilvanadas entre lo onírico y lo real. Ostinato, contrapunto, chacona, staccato, glissandos, canzona: suerte de triada acompasada (rondó, sonata, fuga) que contrasta ritos y arrojos de gestos (Doctor, Poeta, Mujer), y vislumbra —desde un habla axiomática— la zozobra del aquejado por la Enfermedad de Graves.

Odioso caballo: “Hoy amanecí montado en Dios. / Dios es un caballo de edad indefinida”. Dios carga en su lomo a un pálido jinete de ojos rabiosos que va mascando misericordias bajo los aguaceros. “Dios, caballo nariz de sable. / [...] / Dios, anciano con facha de potrillo/ [...] / Dios, tuerto, caballerango y dueño”. Versos que recapitulan colmos en el charco de las miradas y develan el desamparo del hombre. Cascos desaguando sangre a la intemperie sobre un columpio chirriante: música que desnuda a los condenados. 

Odioso caballo
Odioso caballo
Odioso caballo
  • Autor: Francisco Hernández
  • Género: Poesía
  • Editorial: Almadía, 2016