Biden y la guerra civil

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales larazondemexico

Adiós a la estridencia y al nepotismo de la era Trump. Joe Biden inauguró lo que será su único periodo al frente de la Casa Blanca con un país profundamente dividido. Al segundo presidente católico de la Unión Americana lo apremian la emergencia del Covid-19 y la depresión económica provocada por la pandemia.

Lo acecha la fractura civil que azotó con violencia al Capitolio el pasado 6 de enero. Polarización auspiciada por Donald Trump que le hereda el retorno a oscuros debates; la supremacía blanca, la xenofobia, el proteccionismo económico y las hostilidades comerciales para someter a quien estorbara los sueños de la grandeza imperial estadounidense.

Para Biden el mayor empeño es la unidad nacional, en ello va su alma. Como para Lincoln lo fue la abolición de la esclavitud. El bien más esquivo de la democracia es la unidad, dijo Biden. Exorcizar el fantasma del terrorismo interno que alentó el trumpismo.

El camino de la unidad con respeto y dignidad necesita acallar los gritos y bajar la temperatura que no promueven ni grandeza ni progreso. Ésa es la ruta que Biden quiere, ofrece y necesita. Ver y escuchar al otro, porque los desacuerdos no pueden ser motivo de guerras intestinas. Para ser mejores, hay que santificar la unidad.

Por eso, Joe Biden propone terminar con la guerra entre conservadores y liberales, entre rojos y azules. Vivir con empatía, sin soberbia, sin sordera. Un país para todos, para superar desafíos y miedos, actuando con valor y hablando con verdad. Dirigir con el poder del ejemplo.

Con Biden la sobriedad regresó, el cuadragésimo sexto mandatario adelantó decretos que cesan la construcción del muro fronterizo que tanto excitaba a su antecesor; que empujan la puerta migratoria para no aplastar los sueños de los dreamers y que disminuyan la tensión con el mundo musulmán. Biden inaugura su periodo con la mano extendida.

Persigue grandeza desde el servicio, no de la aniquilación del adversario. Con ciencia y conocimiento, no con supercherías. Cumpliendo acuerdos para el combate al cambio climático, privilegiando energías renovables y en lo inmediato, haciendo obligatorio el uso de cubrebocas. Vacunará a cien millones de sus compatriotas en cien días.

Perorata desde la oficina oval abre paso a una administración que trabajará con, y no en contra, de las instituciones de Estados Unidos. De la mano con el nuevo Congreso con hegemonía demócrata, Biden dará un golpe de timón, viraje de forma y fondo.

A México le toca sincronizar moditos con los nuevos usos de la Casa Blanca. Sobre la palabrería imperará la formalidad diplomática. Pesarán los hechos, no el histrionismo de mandatarios que empataron a conveniencia intereses y servicios.

Para la 4T, el diferendo judicial entre la DEA y la FGR por el caso Cienfuegos es el más candente, pero no el más trascendente. En el marco del T-MEC vendrán las presiones en materia laboral, de política energética, transporte, comunicaciones, órganos autónomos, transparencia, seguridad pública e inversiones. Sin virajes o sorpresas, con rigor legal. Nada más, pero nada menos.

Temas: