Campaña política de vacunación (sin vacunas)

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales
Carlos Urdiales Foto: larazondemexico

De la segunda quincena de diciembre a la primera de enero, el número de contagios de Covid-19 en el Valle de México creció 44 por ciento. En los primeros días de enero murieron 14 mil 434 personas, cuatro mil 396 más que al cierre de 2020.

En julio del año pasado se reconocieron casi 19 mil decesos; en diciembre 19, mil 868. Este mes, con un promedio de 902 muertes cada día, terminará con 27 mil fallecimientos. Una tragedia no dimensionada. Por eso los crematorios están desbordados, las funerarias agotadas y las historias fúnebres más próximas, cercanas, dolorosas.

Ésa es la realidad que ninguna campaña política de vacunación alcanza a modificar. La esperanza de una inmunidad colectiva está lejana por más que el gobierno de la 4T haga malabares para crear el espejismo de proximidad. Sí para todos, sí gratuitas, pero no antes de que acabe el año.

En México se ha vacunado a 468 mil personas, el 0.37 por ciento de la población. Palacio Nacional y compañía presumen el lugar número 12 por cantidad de vacunas administradas, pero si atendemos al porcentaje de población, entonces la mañosa gracia se desploma.

De 51 naciones en la tabla, por porcentaje de inmunizados sólo hay nueve con menor tasa que la nuestra, los otros 41 han vacunado a más personas por cada cien que los habitan.

El gobierno afirma tener comprometidas muchas vacunas con distintos laboratorios y a través de proyectos colectivos, pero a la fecha, sólo Pfizer ha entregado 468 mil dosis que alcanzan para inmunizar a 234 mil personas. Tan sólo el personal de salud demanda más de un millón de vacunas.

Y no se ha vacunado a personal de hospitales privados. Pero sí a los Servidores de la Nación. Los brigadistas políticos de Morena entregan becas, apoyos y ahora vacunas, benditas y escasas vacunas.

Las contadas ampolletas serán menos, hoy el cargamento de Pfizer traerá la mitad de lo prometido. Y las próximas dos semanas nada. Cero. La farmacéutica informa que para aumentar su capacidad de producción y atender el llamado de la ONU para dotar a las naciones más pobres, se deben parar operaciones. Promete compensar con mayor volumen los faltantes.

López Obrador torció la verdad en sus redes afirmando que México cedía miles de dosis. Falso. La campaña política de vacunación no cesa porque la responsable, la doctora Miriam Esther Veras Godoy, renunció por motivos de salud. Como en los viejos tiempos, la opacidad en todo su esplendor.

Renuncia que huele a grilla, que delata patadas bajo la mesa entre Salud y Cancillería, a propaganda montada sobre la pandemia. A botín electoral, a costa de la ilusión de millones, de clientelismo. Como la OMS alertó, si 2020 fue horrible, 2021 puede ser peor. Crisis para una administración sobre-ideologizada que, con poquitas vacunas hace ruido, mucha alharaca, muchas chachalacas.

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