Carlos Urdiales

Del cielo al suelo

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La 4T despegó mal en el sector aéreo. Antes de tomar posesión simuló una encuesta para echar tierra al nuevo aeropuerto de Texcoco. Una vez en el poder, la consulta no era viable ni tan maleable.

Escudado en vox populi, provocó turbulencia y el moderno aeródromo se canceló por estar infestado de corrupción. En la recta final del sexenio, no hay procesos judiciales en marcha por delitos asociados a esos graves señalamientos.

Al contrario, a grandes constructoras damnificadas por la obra abortada se les indemnizó con otros mega contratos. La escandalosa cadena de complicidades imputadas en los discursos no ha perdido uno solo de sus eslabones. Mucho ruido y pocas demandas.

Con obras emblemáticas sustitutas del anhelado nuevo aeropuerto, el Gobierno hizo mirar hacia vías y refinerías. La saturación del espacio aéreo se atendió con palabras, maquetas y folclor arqueológico.

Se acondicionó una añeja base militar ahora llamada aeropuerto Felipe Ángeles que junto con el caduco AICM Benito Juárez y el de Toluca, conformarían un sistema de pistas, salas y naves tan funcionales como los de Nueva York, Londres o París.

Al diablo obras faraónicas de grandes nodos de transporte y comunicación como las de Panamá, Ámsterdam, Asía y Medio Oriente. El urgente circuito aeroportuario de la 4T, no despega. La conexión entre el flamante AIFA, el saturado AICM y Toluca, no se concreta.

En mayo de 2021 la aviación mexicana fue degradada por cuestiones de seguridad y logística. El castigo afectó al sector de la aviación y abrió las puertas a compañías extranjeras que desplazaron a las ancladas en México al abrir nuevas rutas, sobre todo, con destino a Estados Unidos.

Hace un mes, la entidad reguladora de la aviación civil estadounidense anunció que México regresó a la Categoría 1. Una buena, pero tardía noticia.

El AICM es una desgracia funcional en etapa terminal. La decisión del Gobierno de entregar el aeropuerto a la Marina, engrosa el listado de infraestructura que, de nueva cuenta, está a cargo del Estado.

Lo que la institución armada haga, mejore o blinde contra corrupción, demoras y decreciente calidad a las terminales 1 y 2 del Benito Juárez, es una incógnita que resolveremos al final de sexenio. No promete.

Para terminar de construir la épica cuatroteísta en el sector, el Gobierno operó dos acciones en pistas paralelas. Resucitar a Mexicana de aviación con privilegios dignos de primera clase frente a sus competidores. Rutas, horarios y costos, a cargo de una tesorería infinita.

Y ayer, las acciones bursátiles de las operadoras de concesiones aeroportuarias en México, perdieron valor ante las modificaciones, sin consulta o aviso previo, de sus condiciones operativas y financieras.

El Gobierno lo había advertido: ganan mucho. Por eso el cambio en las reglas. Abrochen sus cinturones porque al sector aéreo, la bolsa y la impronta 4T, lo sacuden por aire y por tierra.