Emilio está en la cárcel

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

La prisión preventiva oficiosa, que el juez federal, Artemio Zúñiga, dictó en contra del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, 15 meses después de haber sido extraditado desde España, acepta al menos dos lecturas políticas.

La primera va en sentido de que la Cuarta Transformación toca por fin a poderes ajenos al Ejecutivo; que la FGR —autónoma— y los impartidores de justicia del Poder Judicial, actúan con rectitud y severidad, que no saben de acuerdos políticos y atienden sólo a las causas legales de cada caso.

Se acabó el tiempo en que FGR, UIF, Pemex y demás ofendidos por las presuntas transas de Emilio Lozoya eran engañadas con promesas refrendadas en cinco ocasiones, para entregar pruebas demoledoras en contra de sus superiores jerárquicos del pasado; Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto.

Coincidió la nueva audiencia en el Reclusorio Norte con el estupor social —y político— que provocó aquella imagen de Lozoya cenando a lo grande, en una libertad condicionada por un juzgador federal, pero cuasi total para efectos de su facultad de ir y venir, de no ser molestado ni con una firma cada quince días en barandilla. Lozoya, el intocable, se acabó, ahora duerme tras las rejas. Adiós pato Pekín.

Otra lectura es que a la Cuarta Transformación se le cebó el único caso que alimenta a un imaginario colectivo, que ve desfilar rumbo a prisión a todos los expresidentes y sus testaferros más conspicuos.

El gran expediente de Lozoya, el testigo protegido, el indiciado que la libraría por un criterio de oportunidad, negociado con la FGR y el Poder Ejecutivo a cambio de peces más gordos que él, se desvanece.

Al pedir la FGR, la UIF y Pemex la prisión preventiva de oficio, acusándolo de delincuencia organizada y lavado de dinero —delitos graves—, y no de un menor, “ejercicio indebido del servicio público”, como a Rosario Robles, que no ameritaría la reclusión por norma; hay una aceptación tácita de que su soplón de oro resultó un fiasco, que sólo les enjuagó el dedo en la boca con grandes historias y pruebas minúsculas. Que políticamente la indiscreción y soberbia del sibarita Lozoya los expuso de fea manera.

Los abogados, Alejandro Rojas Pruneda y Miguel Ontiveros Alonso, aseguran que su cliente mantiene firme su colaboración con la FGR en el marco del criterio de oportunidad, negociada antes de su extradición a México con las instituciones vinculadas al sistema de justicia penal y con la Presidencia de la República. Al menos dos lecturas.

Moralmente derrotados. Marko Cortés, líder nacional del PAN, despejó cualquier atisbo de duda sobre la sentencia que el Presidente López Obrador dictó hace tiempo a sus opositores: “están moralmente derrotados”. Y sí.

Y electoralmente lo estarán más el próximo 5 de junio; de seis gubernaturas en juego, sólo en una —Aguascalientes— el PAN puede competir, confesó el líder nacional del blanquiazul en un audio filtrado. Asegura a quien lo quiera escuchar, que ese audio fue editado con mala fe. Fuego amigo, alega el exhibido y derrotista político.

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