El Presidente que ama y arma juicios sumarios, quien dicta sentencias por las mañanas desde Palacio Nacional contra adversarios reales, imaginarios, periodistas, ONG, jueces, fideicomisos o empresarios; pide mesura, prudencia, no adelantar juicios, no estigmatizar a toda la institución a la cual ha entregado responsabilidades, obras de infraestructura, por las probables responsabilidades de un hombre. Por muy exsecretario de la Defensa que fue el divisionario detenido.
El proceso de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) en contra del general Salvador Cienfuegos Zepeda, golpeó debajo de la línea de flotación a la retórica de la 4T. El pueblo uniformado, que es el Ejército mexicano, que por ser pueblo se le asume sabio, honrado e incorruptible, está bajo el microscopio de la justicia estadounidense en la misma fiscalía federal de Nueva York por la que pasaron y condenaron a Edgar Veytia, a Joaquín El Chapo Guzmán y donde comenzará el juicio en contra de Genaro García Luna.
Por tanto, la participación militar en la seguridad nacional en México vive horas tensas, ya que varios de los cercanos al entonces secretario Cienfuegos, hoy son parte activa y sustantiva en diversos estratos del poder castrense.
Ahora, el Presidente López Obrador pide expresamente al general secretario Luis Cresencio Sandoval, declarar nada. El vocero para este espinoso asunto será exclusivamente el mandatario porque dice, se trata de un tema sumamente delicado; esta en juego el prestigio de la institución. Su prestigio y la certeza nacional de que ese pilar de la 4T goza de cabal salud ética, enfrentan un problema.
Lo de arrasar con anteriores colaboradores del exsecretario, hacer purgas como ocurrió con los contemporáneos de Genaro García Luna en la burocracia del sector seguridad, ya no procede. No es lo mismo. No se puede. AMLO lamenta que Washington nos husmee sin avisarnos. El buen amigo Trump le falló al gran amigo López Obrador. Avisen siquiera.
En México, el General Cienfuegos no tiene quien lo investigue, pero, si Washington comparte algo de lo que sabe, el Presidente López Obrador va a solicitarlo; entonces el caso también se podría judicializar acá. A todo esto, una certeza pervive, la 4T no es tapadera de nadie. De nadie de quien sepa, de quienes no, pues ni cómo adivinar. ¿O no?
Formas policiacas y diplomáticas que Estados Unidos determina conforme a su soberanía —faltaba más— que ratifican, por enésima ocasión, que la “amistad” de la Casa Blanca con Palacio Nacional es tan volátil como las circunstancias. Cuando los intereses de allá lo ameritan, la hostilidad y la desconfianza imperarán sobre los discursos.
Lázaro Cárdenas, a 50 años de su muerte. Algunas de la virtudes del mejor Presidente del siglo XX, inclusión y tolerancia respecto de quienes discrepaban en medio de aquella transformación nacional, que condujo con mano firme y empatía, fueron recordadas por su hijo, el ingeniero Cárdenas Solórzano, con absoluta pertinencia.