Mitos, festejos y realidades

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Carlos Urdiales *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Realidad destructora de mitos. Migrantes caribeños y centroamericanos detonan una crisis humanitaria que estalla lo mismo en Tapachula, Chiapas, que en Ciudad Acuña, Coahuila. Diáspora de pobres como telón de fondo invisible en la sexta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), de la que México es anfitrión.

La Comisión Mexicana para Ayuda a Refugiados (Comar) está rebasada, el Instituto Nacional de Migración (INM) erosionado, pervertido. Y las demás instancias domésticas enriquecen el mosaico de siglas inútiles. Migrantes solos o acompañados viajan de limbo en limbo; primero para entrar a portazo limpio a Chiapas, sobrevivir la travesía para aterrizar en purgatorios de Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua, Sonora o Baja California, en espera del asilo gringo.

Los brazos abiertos de México para recibir a todo el mundo, es mito. Las presiones internas y externas cambian deportaciones por retornos asistidos, menores no acompañados escriben la nueva nomenclatura del tráfico y trata de personas. El infierno de Dante o La vida precoz y breve de Sabina Rivas, adaptación cinematográfica de La Mara, de Rafael Ramírez Heredia, campean frente a las buenas conciencias políticas y urbanistas del México transformado.

Festejos y mitos. Nadie mejor para analizar forma y fondo de la visita del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, que Rafael Rojas, respetado compañero de páginas. Sólo diré lo que le escuché en la radio. El apoyo de los gobiernos mexicanos a la isla, no es nuevo, ha sido de siempre.

La historia de la Revolución Cubana nace y anda por nuestro país, la fraternidad suena a trova, sueña con igualdad aunque sea utopía, despierta admiración y hasta animadversión; la relación bilateral se matiza por generaciones, no se siente ni se piensa igual. AMLO asume una Cuba distinta, pero eso no significa que sus deferencias diplomáticas sean distintas o menores a las de otros gobiernos de otros tiempos.

Mitos viejos. Los Zodiaco no existen; banda de secuestradores creada para el montaje televisivo marca García Luna con complicidad de decenas. Narrativa contra-liberal y revanchista de voces próximas al gobierno lo venden así.

Y la autoridad por poco la compra. Desde la Secretaría de Gobernación hubo esfuerzos por hacernos creer que Israel Vallarta, su líder, es víctima y no el victimario mayor. La ciudadana francesa Florence Cassez —pareja de Vallarta—, fue liberada para volar a Francia y nunca más volver, por fallas en el debido proceso, no por ser inocente. Ella fue parte activa de esa estructura criminal dedicada al secuestro.

Para esculpir el pasado a punta de golpes mediáticos algunos han utilizado a la esposa de Israel Vallarta —la esposa, no la novia ida— para clamar desde la escalinata de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que a su esposo corresponde el beneficio del decreto presidencial que concede libertad a presos que no han recibido sentencia tras diez años de cárcel —es el caso de Vallarta detenido desde 2005—, mayores de 60 años con enfermedades y no acusados de delitos graves o a mayores de 70 sin una sentencia firme.

El martes pasado, el secretario de Gobernación Adán Augusto López, conjuró mitos perversos. Israel Vallarta se queda en prisión porque, montajes aparte, el señor secuestró al menos a otra persona, además de la rescatada en Tres Marías, Morelos, en cadena nacional. Y hay un expediente vivo en su contra, informó el nuevo inquilino del Palacio de Cobián.

“El señor Vallarta enfrenta un proceso, fue víctima de tortura y ésta se acreditó con dictámenes correspondientes al Protocolo de Estambul en el proceso seguido por Cristian; sin embargo, tiene otro proceso abierto por otro secuestro, en el cual no se ha acreditado la tortura, por lo cual no puede ser beneficiario del decreto”, declaró López Hernández. Paso adelante del otro tabasqueño en el real combate a la impunidad.

Testigos que vivían al lado de una de las casas de seguridad en Xochimilco, nos cuentan como hace 17 años veían ir y venir a Israel Vallarta, a su hermano, a Florence Cassez y a otros llevando víveres, instruyendo y sobornando cuando alguien denunciaba gritos nocturnos provenientes de aquella construcción contigua. Patrullas pasaban como si nada. Había entre. Los Zodiaco existieron.

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