Hace tres días, el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó su pronóstico de crecimiento para México a 5 por ciento durante 2021, a un intervalo entre 2.5 y 3.0 por ciento para 2022.
La economía mexicana cayó 8.4 por ciento el año pasado; el descalabro más severo desde el error de diciembre del 94, o desde la depresión del 32, si se consideran mediciones con parámetros diferentes.
Como sea, la economía nacional se desplomó a pesar del adecuado manejo de la crisis que se presume. Ya en 2019 habíamos perdido el 0.1 del PIB con respecto al año anterior.
Hacienda y Presidencia celebran el pronóstico del FMI en sintonía con otras estimaciones, la del Banco de México y de analistas del sector privado. Crecer 5 por ciento será muy bueno, nos dicen. ¿Pero será suficiente?
China, cuna de la pandemia, creció 2.2 por ciento el año pasado (6.1 en 2019) y proyecta un Producto Interno Bruto (PIB) de 8 por ciento para este año, y 5 más para 2022. Estados Unidos (+2.3 en 2019) perdió 3.5 por ciento de su riqueza en 2020 (la peor caída desde 1946), para 2021 estima una expansión de 7 por ciento. Y 4.4 puntos para 2022.
Una más. India (+5.0 en 2019) contrajo su PIB en 2020 7.2 por ciento, para este año anuncia un crecimiento de 11 por ciento y 6 por ciento más para 2022. Cerremos las odiosas comparaciones con una economía emergente como la mexicana; Turquía, en 2019, subió 0.7 por ciento su PIB, en 2020 creció 1.6, para 2021 crecerá 5.8 por ciento, y para 2022 lo hará en 4.1 puntos.
Entre 2019 y 2022 China habrá crecido 21.7 por ciento, Estados Unidos 10.2 por ciento, Turquía 12.2 por ciento y México (considerando 5 puntos en 2021 y 3 en 2022) habrá decrecido 0.2 por ciento. Menos oportunidades de desarrollo, de creación de empleos, de valor económico.
Por eso la venta de mejora no puede descansar en la marcha de la estable, estancada y decreciente economía; por eso, discurso y mensaje deben apuntar a la distribución de lo poco, al ahorro en austeridad, que no sólo es mandato ético, sino solitaria opción.
México no se endeudó ante la crisis. No hicimos lo que los neoliberales hacen —los de aquí y los de afuera—. El conservadurismo macroeconómico mantuvo a los fundamentales de la economía sanos. El diagnóstico final son cifras que van a requerir de una narrativa ideológica distinta. Pobreza con equidad. Contracción con justicia. Desempleo con dádivas gubernamentales.
La poca o mucha obra gubernamental no altera la boleta económica, entre 2019 y 2022 México será 0.2 por ciento más pobre. En 36 años de régimen prianista el país se desarrolló a ritmo medio anual de 2.0 por ciento, por demás insuficiente. Ese pobre crecimiento amplió la desigualdad. El sexenio de la 4T promediará, si todo sale bien, un crecimiento anual medio de 0.7 por ciento.