Los recomendados de AMLO al gabinete de Sheinbaum

SOBRE LA MARCHA

Carlos Urdiales*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Carlos Urdiales
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum tuvo que navegar sobre una delgada frontera que delimitaba su independencia, de su lealtad política al líder personalista que es y será, Andrés Manuel López Obrador. 

No formó parte del muy gris gabinete —salvo un puñado de casos— del actual mandatario; sin embargo, tuvo que arreglárselas para que el hecho de ser considerada la favorita no le produjera ruido político y mediático, adverso a su construcción como sucesora in pectore.

Visto en retrospectiva, lo logró. Ya candidata de Morena a la Presidencia, Sheinbaum se apegó al guion más convencional de sucesiones a lo PRI. No opacar a quien la eligió y mantener a raya a su competencia partidista.

Cierto es también que la alianza PAN-PRI-PRD, que postuló a Xóchitl Gálvez, no le complicó demasiado la partida, sus desprestigios y la voracidad de sus dirigentes le pavimentaron el camino hacia la victoria en las urnas, pero Sheinbaum hizo bien lo que le tocó.

Ya Presidenta electa, a la doctora le toca solventar la transición con igual talento y prudencia. En Palacio Nacional habita un pendenciero nato, que incomoda, por reflejo, a propios y a adversarios lo mismo con sus ocurrencias que con sus arraigadas fobias.

Así, somos testigos de inéditas giras de trabajo conjuntas entre el que se va y la que está por llegar. Mostrarse leal, agradecida y reconocer a su impulsor, al tiempo que edifica su propia imagen como mandataria con personalidad. No es fácil estando al lado del popular y querido AMLO.

Y para estructurar su equipo de trabajo, lo mismo. ¿De la nada? al presidente López Obrador se le antojó anticipar los funcionarios que serían transexenales, por ejemplo Rogelio Ramírez de la O, en Hacienda; o en el sector salud, Zoé Robledo del IMSS, quien es el más político, y que seguramente será ratificado en su posición.

Abonó a la especie del poder a trasmano que el tabasqueño ejerce y ejercerá en la próxima Presidencia. Presión pública, intencional o no, que ahora Claudia Sheinbaum debe procesar entre sonrisas y cuotas.

Lo cierto es que los anuncios de altas responsabilidades en el futuro gabinete han sido reconocidos por la pericia, prestigio y buen horizonte que generan.

Al parecer, la próxima Presidenta también va camino a esquivar las minas que su líder va sembrando. Los desafíos están ahí.

En apariencia, Gobernación, Función Pública y Trabajo, lucen como las posiciones más comprometidas con el actual Presidente. Aun así, se han colocado contrapesos con la Oficina de la Presidencia, Consejería Jurídica, incluso Economía, Relaciones Exteriores y Seguridad, para garantizar control en las principales estrategias de gobierno.

En el resto de los nombramientos hay méritos que la Presidenta electa reconoce, y experiencias con resultados que ha decidido llevar al ámbito federal.

En el fino arte de la sucesión, Claudia Sheinbaum delimita sus prerrogativas, al tiempo que atiende a ya sabe quién.