Se esfumó la esperanza de un resultado pronto, claro y expedito en la elección presidencial estadounidense. Lo que atestiguamos es una apretada victoria del demócrata Joe Biden, la cual será combatida por Trump, quien ya pidió recuentos para Wisconsin y Michigan. Los republicanos alegan trampa en el conteo de votos postales, aquellos que se enviaron primero y se contaron al final.
Biden asume que será el presidente más votado de la historia, ofrece que en cuanto lo ratifiquen gobernará para todos los estadounidenses, que la suya no es conquista en solitario, será la de millones que acompañaron la idea de un país próspero y unido. Cicatrizar las heridas, no sólo de una campaña ríspida, sino de un periodo completo de exabruptos y majaderías a diestra y siniestra, consumirá buena parte de su futuro tiempo.
Y es que más allá de quien finalmente gane, queda en evidencia la polarización política y social. La tensión postelectoral pasará factura. El proceso ha puesto en evidencia que Estados Unidos está partido. Hombres mayores de 45 años y los más ricos dividieron su decisión. Los pobres se fueron con Biden, al igual que los más educados, los jóvenes, las minorías raciales y las mujeres.
Mientras tanto, en México, lo recomendable es serenidad y paciencia. Nuestras relaciones con Estados Unidos no cruzan su mejor momento. La simpatía entre los inquilinos de la Casa Blanca y de Palacio Nacional no determina la relación bilateral. Claro que había más empatía con Trump, arrebatado y ocurrente. Biden es distinto; es un político profesional que hará prevalecer los intereses de su país por encima de cualquier presunta química personal.
Vendrán para México compromisos por honrar dentro del marco del T-MEC en materia laboral, de libertad sindical, de equivalencia de ingresos para trabajadores en el sector automotriz; la desconfianza en materia de seguridad será otra dura asignatura pendiente. Sea con Biden, sea, por si las dudas, con Trump.
En sus marcas, listos…
Pues sin hacer ruido, varios superdelegados de la 4T en entidades con elección para gobernador el próximo año, van renunciando para atender el llamado de las urnas. Hacen bueno el pronóstico, utilizaron la posición para hacer precampaña, ganar con el manejo de los recursos federales a nivel local. Se aseguró que eso no ocurriría y está sucediendo.
El senador potosino panista, Marco Gama, solicitó licencia para dedicarse de lleno a recorrer su estado y ganar la candidatura albiazul que saldrá de un proceso interno con votación entre militantes. Marco Gama ya venció por mayoría al PRI y a Morena en las elecciones federales de 2018.
Con Marco Gama, el PAN tiene probabilidades reales de recuperar la gubernatura. Gama sería un candidato muy competitivo, con fuerte apoyo del panismo territorial y de base. Es consejero político nacional y local, fue presidente estatal del partido y ha ganado todas las elecciones en las que participó. Ha sido senador, diputado local, regidor en SLP y dos veces diputado federal.