No se trata de un Frena 2 ni de un Bloque Opositor Amplio, o BOA por sus santaneras siglas, aclaró el Presidente Andrés Manuel López Obrador al balconear al dirigente de los patrones de México, Gustavo de Hoyos Walter junto con el empresario Claudio X. González, encabezando un nuevo corporativo adverso a su 4T que se formalizará el próximo 20 de octubre y que, afirma el mandatario, sólo busca poder y biyuyo a través de las elecciones del próximo año.
A diferencia del acampado y volátil Frente Nacional AntiAMLO del ultra, Gilberto Lozano, Sí por México pregona que lo suyo es romper los muros que separan a la ciudadanía de lo político para colocar en el centro de la discusión pública, las grandes causas de la ciudadanía, lograr que los políticos trabajen en favor de los intereses ciudadanos, cesar la polarización y los debates estériles. Basta de políticos peleándose con otros políticos, proclaman.
El presidente de Coparmex, Gustavo de Hoyos acepta ser uno más entre muchos organizándose para no volver al pasado sino para construir un futuro menos crispado. En realidad, Sí por México busca articular un proyecto que dote de sentido a Frena y a sus simpatizantes que son una ala conservadora, católica y radical de raíces tan profundas que se remontan a la Guerra Cristera, a las hostilidades de la Guerra Fría, a los encontronazos entre cristianos contra comunistas.
Entre sus patrocinadores y promotores están el mismo Gilberto Lozano exejecutivo de Femsa, el conglomerado regiomontano que acaba de ponerse a mano con el SAT mediante un pago de 8.8 mil millones de pesos. Su líder, José Antonio Fernández Carbajal no vaciló al confesar que pagaría el doble con tal de que López Obrador perdiera la consulta popular sobre revocación de mandato en marzo de 2022.
Otros son Pedro Luis Martín Bringas, de grupo Soriana, y Juan Bosco Abascal Carranza, férreo defensor de la moral católica y miembro de una de las más conspicuas familias panistas promotoras de falanges como ProVida, el Muro y el Yunque, recalcitrantes promotores del poder moralizante de la Iglesia católica en la vida política. También existen vínculos con herederos sinarquistas de extintos partidos políticos como el Partido Demócrata Mexicano, el del gallito.
AMLO garantiza libertad de protesta y disenso a estos grupos, unos más ultras que otros para que hagan su luchita, aunque sea con casas de campaña ayunas de relleno que vuelan cuales papalotes ante cualquier ventarrón. Igual le dan ternura, sabe que, en un país agraviado históricamente por la desigualdad y la pobreza, la vocación popular está aún de su lado. Por eso les pide aguardar las elecciones del 2021 y entonces sí, medir qué pesa más, si su popular populismo o los estridentes billetazos persignados que aceleran a Frena, a Sí por México.
Fideicomicidios
Se consumó en la Cámara de Diputados el fideicomicidio ordenado desde Palacio Nacional. 109 fideicomisos creados para administrar fondos para ciencia, tecnología, deporte, arte y desastres naturales, fueron extinguidos. Con ello, el Gobierno se embolsó 68 mil 450 millones de pesos. Capital fresco en medio de una sequía financiera pandémica.
No hubo fondo que sobreviviera a la maratónica, caótica y ríspida sesión legislativa —cachetadas y patadas incluidas— que duró 19 horas. Las protestas de creadores, becarios, braceros y académicos afuera de San Lázaro fueron invisibles para los diputados de Morena y PT. Los protestantes se mudan al Senado a ver si allá alguien los mira o escucha.
Jura el Presidente López Obrador que quienes defienden virtudes de fideicomisos defienden la corrupción, a ladrones, al robo en despoblado. Por citar ejemplo, AMLO dijo que el Fondo para desastres Naturales, el Fonden, era la caja chica de exfuncionarios rapaces. Y quedó en demostrar pronto que junto a algunos legítimos beneficiarios había decenas de rémoras gorronas.
Pronto veremos si los recursos para la atención a tragedias humanitarias provocadas por huracanes, terremotos o sequías fluyen con oportunidad, suficiencia y rechinando de limpios, o si la desaparición de los fideicomisos y sus reglas de operación, pasan la factura a los más desprotegidos. Por lo pronto, el Gobierno ya hace cuentas sobre el botín del fideicomicidio, 68 mil millones de pesos rescatados que le caen como anillo al dedo.