Recibimos una cátedra de Marcelo Bielsa cuando se enfrentó a Uruguay y ante los suplentes de Brasil apenas se pudo competir. El semblante de Jaime Lozano ya es otro. El puesto de entrenador de la Selección Mexicana de futbol, se dice coloquialmente, es igual de desgastante que el de Presidente de la República. No podría ser otro rostro, hay pocas respuestas a las problemáticas que enfrenta hoy Lozano al frente del Tri y la Copa América es la última gran prueba de este proyecto que hoy tiene decepcionado.
Pero existe un retroceso muy grave que sólo los directivos y miembros de la FMF y la Liga MX parecen no reconocer; porque de repente aparece un día Mikel Arriola presumiendo, con el pecho inflado y la sonrisa que sólo un político puede mantener cuando las cosas por detrás se están incendiando. Que hubo una mejor asistencia en los estadios y más goles anotados, vaya logros que presumir.
Hoy nuestros grandes referentes en Europa (al menos hasta hace un par de semanas) son César Montes en el Almería; Guillermo Ochoa, descendiendo en la banca a la Serie B, y Raúl Jiménez en la banca con el Fulham. Los que medio se rescatan, Santiago Giménez, que en teoría debería brincar a un equipo de mayor renombre este verano, y Edson Álvarez, que ha cumplido con el West Ham y ha tomado el papel de líder en la Selección Mexicana.
No es casualidad la tendencia a la baja de que los futbolistas mexicanos, primero, no logran llegar a Europa, o segundo, regresan de manera inmediata como Diego Lainez o parece no interesarles más la máxima competencia como Hirving Lozano que recientemente fichó con el San Diego de la MLS. Ojo, los Chucky Lozano, Carlos Vela o Héctor Herrera no son culpables del actual estancamiento de nuestro futbol, ellos son sólo el reflejo de que las generaciones van cambiando y sus objetivos ya son distintos.
Por lo tanto, sería obligación de los clubles y de la FMF buscar la manera de generar más futbolistas que puedan migrar, así, tal vez 10 regresen a México o EU, pero otros 15 o 20 tendrán otras ambiciones y se parecerán más a los Hugo Sánchez, Rafa Márquez o Guardado. Cómo lograrlo, es la gran interrogante. Este estancamiento nació como una tormenta perfecta, por un lado, los genios dueños del balón decidieron priorizar los negocios con Concacaf, desechando Copas América, Libertadores y Sudamericana; eliminando el descenso, aumentando cupos en Liguilla, más extranjeros, menos desarrollo en fuerzas básicas.
La nueva generación de futbolistas ya no idealiza tanto su carrera triunfando con el Real Madrid o el Barcelona; ya basta con firmar contratos comerciales con buenas ganancias, ser populares en redes sociales y más o menos rendir de vez en cuando dentro de la cancha. Aquel estereotipo de un Maradona de niño soñando con jugar un Mundial para su país, ya es escaso como los goleadores mexicanos. Los sueños de los niños futbolistas son otros.
Tal vez por eso la alegría de gran parte de la afición mexicana con el gol del Memote Martínez, un jugador que es consciente que sólo peleando balones con la convicción como lo hizo en ese rechace, puede ponerlo en un nivel de competencia importante. Hoy ése es el único camino que existe, a lo único que puede recurrir Jimmy Lozano, a encontrar a esos futbolistas que realmente se van a dejar la piel defendiendo la camiseta mexicana.