Aburrido, intrascendente, desangelado y opaco. Son algunos de los calificativos que vienen a mi mente de primera mano cuando quiero definir la actual Leagues Cup. La edición pasada tuvo al menos como aliciente, la llegada de Lionel Messi al futbol de Estados Unidos. Tener a Messi en la cancha fue como una aspirina a esa migraña insoportable que no deja ni escuchar tus propios pensamientos; pero con la lesión sufrida en el tobillo durante la final de la Copa América, el astro argentino se perdió la competición.
“Vamos a ser el centro de atención de todo el mundo” fue una de las frases propagandísticas con las que el excandidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Mikel Arriola, le vendía a la afición esta competencia. Repito, sin el efecto Messi, este torneo no lo están viendo ni los familiares de los futbolistas. De igual forma, el directivo comentó que los clubes mexicanos saldrían muy beneficiados económicamente, situación que tampoco he visto reflejada en los equipos humildes de nuestra liga y que están lejos de aspirar a un título. Nuestro futbol ha evolucionado de tener amistosos moleros a competencias moleras.
Sin embargo, por malo e insípido que sea el torneo, hay otro adjetivo que se debe agregar y éste es: peligroso. Muy peligroso y para muestra, sólo hay que mirar el caso de Monterrey y Fernando Ortiz. El cuadro regiomontano cayó eliminado en la fase de grupos y fue motivo suficiente para destituir al entrenador argentino. Si bien es cierto que la situación entre el club y el Tano Ortiz atravesaba ya una crisis y un pasado con fuertes desilusiones, por culpa del torneo molero el estratega sudamericano fue despedido. La directiva buscaba sólo un pretexto, y lo encontró en Estados Unidos, porque en la Liga MX, el equipo marcha en cuarto lugar con tres triunfos y una sola derrota.
Un fenómeno similar podría ocurrir con los Pumas de Gustavo Lema, que se marcharon de México como líderes e invictos, junto con Cruz Azul. La mala fortuna para los Pumas fue cruzarse en su camino con Seattle Sounders que ahora ya se ha transformado en la peor pesadilla internacional para el conjunto del Pedregal. El cuadro estadounidense le propinó nuevamente una goleada a los Pumas, como ocurrió hace dos años en la final de Concachampions, y nuevamente dejó en la lona y sin ilusiones al conjunto de la UNAM de romper la sequía de títulos, así sea en este torneo.
Más allá del malestar moral por caer nuevamente ante el mismo rival y por un peor marcador, y que en lo deportivo no significa nada, la derrota podría generar una inercia distinta a la que el equipo traía en la liga mexicana y sumar una derrota más podría también comenzar a concretar el cese de Gustavo Lema, quien está condicionado en este torneo tras no terminar de convencer el certamen anterior y, por lo pronto, la forma en que quedó eliminado no le ayuda en nada al oriundo de Buenos Aires.
Ejemplos de cómo este torneo quita más de lo que otorga. No hay premios económicos significativos para los clubes, no hay pases a Copa Libertadores o Mundial de Clubes, no suman una estrella más al escudo. Un torneo que realmente se acerca a una estafa deportiva, que busca robarse la taquilla en dólares que dejan muchos mexicanos que añoran la tierra que los vio nacer. Contamos los días para que la justa llegue a su fin, pero que sea un final sin retorno.