Daniel Alonso

El malo, los buenos y el Sheriff

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Daniel Alonso 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Con los pasos más inestables de los últimos tiempos, avanzamos en esta segunda década del siglo XXI. La ciencia médica tuvo que acelerar procedimientos para conseguir una vacuna de emergencia que logrará mitigar un virus que paralizó a todos, incluyendo el futbol. Durante el tiempo que el público estuvo ausente, el majestuoso estadio Santiago Bernabéu trabajaba en una remodelación galáctica, digna de su historia y del madridismo.

Aunque usted no lo crea, en esta época de tecnología de última generación, con teléfonos móviles que superan computadoras o cámaras profesionales de video o fotografía; con nuevas aplicaciones y formas de entretenimiento ilimitado; con la revolución de atención a los usuarios en bancos, restaurantes, farmacias, etc. Con la tecnología biométrica que hoy es utilizada para proteger y validar nuestra identidad. Sí, en estos tiempos futuristas, aún existen rincones del planeta en los que se ondea la bandera de la Unión Soviética disuelta en diciembre de 1991.

Es el caso de Transnistria (oficialmente República Moldava Pridnestroviana), territorio ubicado en la franja que separa a Ucrania y Moldavia y que se declaró independiente en 1990, pero oficialmente no es reconocido por ningún país en el mundo, pero que después de una guerra civil obtuvo cierta autonomía. Hoy en día el conflicto entre Rusia, Moldavia y Transnistria que sigue sin resolverse.

Pero la pelota tiene la capacidad de sobrepasar cualquier conflicto geopolítico. Y hasta en el “país que no existe”, el futbol ha escrito una página dorada en la historia del Sheriff de Tiráspol, el equipo de futbol más poderoso de la zona, pero que es 60 veces inferior al valor de nómina del Real Madrid y al menos antes de los 90 minutos de ayer, el club y su historia, era desconocido infinitamente.

El himno de la UEFA Champions League retumbaba en el nuevo Bernabéu un año y siete meses después, la fiesta estaba armada para una noche más de alegría europea en la capital española y así arrancar de forma inmejorable la competencia favorita del club blanco, en donde siempre son favoritos, a pesar de todas las adversidades. Pero enfrente estaban Cristiano y Adama Traoré portando la camiseta del Sheriff, sin ser los “originales”, salieron al césped con la inspiración de las figuras del United y el Wolverhampton.

Y con una actuación soberbia de toda la defensa y su guardameta griego, Georgios Athanasiadis, lograron vencer a Goliath ante su gente, en su renovada casa y con ello se apoderaron de la cima del Grupo D con seis puntos de seis posibles. Una actuación que le cae de maravilla al futbol y a la Champions, menospreciada hace unos meses por los “grandes de Europa”, incluyendo al poderoso Real Madrid, que buscaban una nueva liga, lejos de las cenicientas y marginando a millones de aficionados de noches como la de ayer.

Porque estoy seguro que gracias a los noventa minutos de anoche en Madrid la gente en Tiráspol, atrapada en un conflicto que no ve su final, durmió con una sonrisa de oreja a oreja, las que a veces sólo el futbol es capaz de dibujar.