Daniel Alonso

Pesadilla noventera

ARQUETIPO FUTBOL

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. 
Daniel Alonso
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
 
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Si los años ochenta representan para la historia del América la época dorada, los noventa podrían ser considerados como el “oscurantismo” para las Águilas. Aquellos tiempos fueron bastante complicados para la familia Azcárraga, por lo que en una decisión revolucionaria y con un claro mensaje de que el América no iba a regalar más tiempo, la directiva, encabezada por Emilio Díez Barroso, anunció con majestuosidad, la incorporación del técnico neerlandés Leo Beenhakker.

El inicio de la temporada bajo la dirección del entrenador campeón con el Real Madrid fue algo flojo, hasta que en la Fecha seis, el América remontó un 0-2 en el Azteca ante el Atlético Morelia con marcador final de 7-3 que incluyó un póker de goles de la estrella camerunesa François Omam-Biyik. Ahí comenzó el vuelo de uno de los equipos que mejor han jugado en nuestra liga. Y el responsable, fue Beenhakker y claro, su maestro, Rinus Michel, arquitecto del futbol total.

Esta historia futbolera de nuestros amados noventas, (para mi generación es como recordar los años sesentas, de mis padres) tiene como desenlace un final bastante traumático. Ese equipo que maravilló a su afición, con Biyik, Kalusha, Zague, Joaquín Del Olmo, Lara y la joven estrella Cuauhtémoc Blanco, sucumbió en semifinales, ya sin su entrenador, ante el Cruz Azul de Carlos Hermosillo. El motivo de la marcha de Leo, fue que, al finalizar la temporada regular, desobedeció una orden directa de Díez Barroso, quien le pidió no alinear a Del Olmo por un conflicto económico con el mediocampista. Dicha acción significó el despido inmediato de Beenhakker quien ya no pudo dirigir al América en la liguilla.

Después de las goleadas a sus rivales de la Ciudad de México, doblegar a Chivas en el clásico y la aplastante victoria que el América del 2022 le propició al Puebla ya en cuartos de final, el americanismo no pudo evitar comparar al actual equipo con aquel América de los noventa. El éxtasis en Coapa y de todos sus aficionados, que ya celebraban la “catorce”. Por fin verían coronarse a un equipo ofensivo y espectacular, sería casi como un homenaje pendiente a las Águilas de Leo.

Pero casi como maldición, el América de la Tanoneta, explosivo y de futbol ofensivo, falló nuevamente en semifinales. ¿Qué sucedió en esta ocasión? Explicaciones han brotado de todos lados, incluso los debates se centran en la eliminación del club de Coapa por encima del mérito deportivo del Toluca y Pachuca que disputarán una final inédita en nuestra Liga MX. En grandes rasgos los señalamientos acusan al técnico Fernando Ortiz y su nula experiencia en liguillas. Yo prefiero decirlo de otra forma: Nacho Ambriz le ganó la partida de ajedrez en Toluca y para la vuelta en el Azteca, supo manejar mejor la ansiedad y las emociones en cada movimiento táctico.

La manera de quedar eliminados esta vez también fue muy dolorosa; el VAR suele ser justo, pero siempre cruel. Pero hasta en este momento sombrío para el América hay que destacar que Tano Ortiz demostró tener la personalidad para ser el entrenador del equipo. Superó la crisis de inicio de temporada y desarrolló con su equipo un futbol que enamoró a sus seguidores y asustó a todo el futbol mexicano, igualito como lo hizo aquel equipo en la ya lejana temporada 1994-1995.