Una vez más Estado Unidos se transformó en la tierra de nuestras pesadillas. Y la presión para Jaime Lozano ya es de consideración. Era de todos conocidos que ganar la Nations League era vanidad deportiva; pero suponía el fortalecimiento moral y la confianza del grupo liderado por el Jimmy. Sin embargo, una derrota y más por las formas en las que sucedió, ya comienza a calentar los ánimos en la prensa, afición y aunque finjan demencia, directivos y dueños ya cuestionan el titubeante proceso de Lozano.
Apenas unos días antes de la final, como suele suceder con los futbolistas mexicanos, comenzaron a destrozar a Gerardo Martino y su cuerpo técnico por el proceso en Qatar. Eso sí, ninguno tuvo el valor de levantar la voz o de plano renunciar a la selección cuando el argentino era el entrenador. ¿Será que también Jaime Lozano los trata como niños malcriados? Muy patéticas fueron las declaraciones tratando de excusar el ridículo realizado el pasado Mundial y lo peor de todo, es que continúan sin entender los tiempos y formas para expresarse.
¿También le habrán hecho la ley del hielo a Edson Álvarez minutos antes de la final ante Estados Unidos? Porque estuvo borrado junto a sus compañeros durante 90 minutos en los que apenas realizaron dos disparos a gol. Ojalá les haya servido de lección a los jugadores que ya se sienten en un nivel superior para nuevamente aterrizar los pies. Y para los que apenas desarrollan su carrera como seleccionados del Tri, entiendan que antes que una pelota de futbol, existe el carácter y la valentía, y cuando se debe alzar la voz es en el presente.
La Copa América es la última oportunidad para Jaime Lozano de amarrar su presencia en el Mundial de Estados Unidos 2026. Debe tener muy presente que sus futbolistas no cuentan con esa presión, ellos ya tienen su lugar, por menos merecido que lo tengan, ahí estarán. Si sigue confiando que las “vacas sagradas” se mortificarán por él, debería mirarse en el espejo de Gerardo Martino, que en su momento era venerado por todos y hoy quieren tacharlo como el máximo traidor desde la Conquista española.
Todos sabemos que Jaime Lozano no es el culpable del estancamiento del futbol mexicano. Mil veces se ha repetido que las decisiones de directivos y empresarios del futbol han hecho que se retrocediera en la calidad de nuestro futbol. La desaparición del descenso y ascenso; sin Copa Libertadores ni Copa Sudamericana; fuerzas básicas estancadas y plazas de extranjeros desproporcionadas y muchos de malísima calidad. No, Lozano no tiene la culpa de ello, pero sí de alinear al cincuenta por ciento de futbolistas ante Estados Unidos que fueron parte del fracaso en Qatar.
La obligación para Lozano en la Copa América es llegar a semifinales. Es decir, quedar por debajo de Argentina, Brasil y Uruguay, los tres equipos más fuertes del continente en este momento. Totalmente lógico. Lo que luce complicado es superar a Ecuador, Colombia, Paraguay, Estados Unidos y aunque parece un rival accesible, Venezuela. El equipo caribeño marcha en puestos de clasificación y será un rival de cuidado en la fase de grupos para México. Pobre Jimmy, tan lejos del nivel de Estados Unidos y tan cerca de revivir el pasado (quedarse fuera de último minuto en 2006), una losa que parece lo perseguirá si no se arma de valor de renovar verdaderamente a la Selección Mexicana.