David E. León Romero

Arma de dos filos

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
David E. León Romero
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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U no de mis primeros empleos fue a bordo de una camioneta de reparto. Para diseñar nuestras rutas, nos apoyábamos en un mapa de la Ciudad de México, de gran tamaño, pegado en uno de los muros de la oficina, además de que en cada una de las camionetas, en la guantera, había una versión pequeña del mismo, ambos editados por la familia Roji, quienes han producido y comercializado por décadas mapas de la República Mexicana en distintos formatos, herramienta indispensable para circular en las carreteras y calles de nuestro país.

El tiempo ha pasado y con la masificación de la utilización de los teléfonos inteligentes, Waze ha sido una de las aplicaciones predilectas para identificar la mejor ruta a transitar hacia nuestro destino. Fundada en 2007, cuenta hoy con más de 150 millones de usuarios en 185 países del mundo (sólo en Estados Unidos, más de 30 millones la utilizan). Hoy, junto con los mapas de Google (compañía que en 2013 adquirió Waze), se han convertido en las aplicaciones casi indispensables para quienes debemos utilizar el automóvil.

Desafortunadamente, la utilización de los teléfonos celulares al conducir se ha convertido en un arma de dos filos. Mientras por un lado, son herramientas extraordinarias para determinar una ruta y planear nuestros tiempos de traslado, el distractor en el que se han convertido ha provocado un incremento importante en el número de accidentes automovilísticos que, desafortunadamente, cada vez cuestan más vidas.

Ojalá solamente fuera la utilización de mapas, con indicaciones sonoras, lo que provoca que los automovilistas combinen el celular y el volante. Sin embargo, la realización de llamadas, el envío de mensajes y la reproducción de música son actividades preferidas por los conductores. Aun cuando existe entre la mayoría de los automovilistas el posicionamiento de que utilizar el teléfono celular mientras se conduce resulta altamente riesgoso, paradójicamente no evitan su utilización en la misma proporción.

Manejar con el celular en la mano es igual o más riesgoso que hacerlo bajo la influencia del alcohol. Algunos estudios elaborados por asociaciones de seguridad vial y compañías telefónicas revelan que el 44 por ciento de sus encuestados utiliza aplicaciones de mapas mientras conducen y 22 por ciento lee mensajes de texto.

Probablemente el dato más doloroso y preocupante es, que diariamente pierden la vida 22 jóvenes de entre 15 y 29 años de edad a causa de accidentes viales, provocados principalmente por la utilización del teléfono celular.

Ciertos gobiernos locales han restringido algunas formas de su utilización, pero pareciera que la medida no resulta suficiente. El teléfono provoca distracción, merma nuestra capacidad de reacción y cuadruplica las posibilidades de tener un accidente. Las prohibiciones no siempre resultan la mejor opción para desincentivar acciones, pero en este caso, pareciera que el bloqueo automático de ciertas funciones de los teléfonos mientras se conduce, podría ayudar a disminuir las muertes que la combinación del celular y el volante provocan.